sábado, 2 de febrero de 2008

Las Derechas

El pasado otoño (el 9 de octubre, para ser exactos) el Partido Popular cumplía treinta años en la más absoluta discreción. Como si, a sus dirigentes, les diese vergüenza la efeméride. No hay que olvidar el PP, entonces, Alianza Popular, había nacido como una federación de pequeñas asociaciones encabezadas por significados franquistas. Son los llamados “siete magníficos”: Manuel Fraga Iribarne, Laureano López Rodó, Federico Silva Muñoz, Licinio de la Fuente y de la Fuente, Cruz Martínez Esteruelas, Gonzalo Fernández de la Mora y Enrique Thomas de Carranza. Los seis primeros habían sido ministros en diferentes Gobierno de Franco. El último era el presidente de los “combatientes” franquistas (Hermandad Nacional de Combatientes). Manuel Fraga, además, había sido ministro de Gobernación con Arias Navarro (1975-1976) y, como tal, responsable de la matanza de Vitoria (3 de marzo de 1976).

El pensamiento fundacional de Manuel Fraga quedó recogido en un librito “Alianza Popular”, editado en Bilbao (Ediciones Albia, 1976) y desarrolla en parte el programa del primer Gobierno de la Monarquía redactado por el propio Fraga. Este podía resumirse en algo así como: democracia sí, pero, poco a poco, en pequeñas dosis y manteniendo en lo esencial el aparato institucional del franquismo.

Mientras todo esto ocurre, se vive el período que Nicolás Sartorius y Alberto Sabio han denominado “el final de la dictadura” y que comprende entre las 4 y veinte de la madrugada del 20 de noviembre de 1975 (cuando Francisco Franco deja de existir) y las 9 de la mañana del 15 de junio de 1977 (cuando se abrieron los colegios electorales).

En este período, poco menos de dos años, las derechas, especialmente, Carlos Arias-Navarro, habían fracasado estrepitosamente a la hora de perpetuar un franquismo sin Franco. Y, por si fuera poco, acabó alineándose con el sector más radical del franquismo: el llamado “bunker”.

Pero, mientras se producía la pugna entre franquistas reformistas (Fernández-Miranda), franquistas radicales (Girón de Velasco-Arias) y “tercera vía” franquista (Fraga), la oposición, que se estaba reorganizando, había tomado las calles. A esto, había que sumar las protestas obreras. Y, claro, todo último no podía tolerarse.

El balance de la represión en el final de la dictadura resulta estremecedor. Arias Navarro ya lo había dejado claro: “El Gobierno dispone de fuerzas de orden público y de seguridad más que suficientes para aplastar inexorablemente cualquier intento de subvertir o alterar la vida del país”. La política de “mano dura” se aplicó tanto en el período Arias como en el período Suárez. El resultado: decenas de muertos y heridos, aderezados con las torturas de la extrema-derecha y las intervenciones de la extrema-derecha (sobre todo los “guerrilleros de Cristo Rey”). Destacados miembros de la oligarquía franquista como Araluce Villar y Oriol Urquijo financiaron a los grupos de extrema-derecha que participaron en la matanza de Montejurra (mayo de 1976).

En este marco, la opinión pública internacional, especialmente la europea, no parecía muy favorable al mantenimiento en el Continente de una dictaduta, especialmente tras la caída de las dictaduras de Grecia y Portugal.

Carlos Arias Navarro, “carnicerito de Málaga” (sobrenombre que le venía de sus tiempos de fiscal militar en la ciudad andaluza tras la guerra civil), fue sustituido por Adolfo Suárez por influencia de Fernández-Miranda. Es este último el encargado de poner los medios para liquidar la dictadura.

Ante los tiempos que se avecinaban, las derechas fueron incapaces de presentarse unidas a unas elecciones. Sobre todo por la aversión personal entre Fraga y Suárez. Había que crear un partido para Adolfo Suárez, así que una comisión de notables vinculados en buena parte al Gobierno, aprovecharon la estructura del Estado y del Movimiento Nacional (el partido único franquista) para crear la UCD. Lo que si quedaba claro, como recordó Francisco José Llera en su tesis doctoral, es el origen franquista tanto de AP como de la UCD, a pesar de algunas “incrustaciones”.

Y esto sirve para el Euzkadi. En 1977, los partidos de derecha estaban fundamentalmente por franquistas. Casi todos los cuadros de la UCD están muy vinculados a los llamados “consejos del Movimiento”(alcaldes, jefes locales, consejeros provinciales,..). Estos últimos, por ejemplo, habían jugado un papel determinante en la represión de los días del “estado de excepción” en Bizkaia y Gipuzkoa (1975).

Hace treinta años y medio las derechas comenzaban su camino hacia la homologación democrática. Según Sartorius, sus crímenes quedaron formalmente amnistiados en 1977. Curiosamente va a ser ETA la que atentando contra miembros de la derecha acelerase esa homologación.

Si uno acude a la página web del PP, se dará cuenta que, efectivamente, AP y PP son la misma cosa. Por ejemplo, el orden de sus congresos es correlativo. Entonces, ¿por qué se han olvidado de su cumpleaños?.

Enviado a DEIA el 1 de mayo de 2007.

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