martes, 19 de julio de 2011

Declive en Gipuzkoa

José Manuel Bujanda Arizmendi

Comienzo con unas líneas extraídas del prólogo del “Imposible vencido. Arte de la lengua bascongada” de Manuel de Larramendi que allá por el año 1729 se jactaba de haber logrado lo que para muchos era imposible, desentrañar las reglas por las cuales el euskara se articulaba gramatical y sintácticamente. El lo logró y por ello tituló así la primera gramática vasca. Dice así respecto a lo imposible: “Unos quieren que sea imposible lo que aborrecen, y no pueden ver, otros ciñen demasiado los límites de lo posible, midiéndolos en su corto alcance, otros en fin, llaman imposible a lo que piden aplicación, estudio y trabajo () por ello es preciso que unos moderen su voluntad, que otros condenen su corto alcance y que otros en el estudio laborioso reconozcan una especie de omnipotencia () Si llaman imposible a una gran dificultad…” No pudo haber pues respuesta más contundente a aquellos que creían que era imposible escribir una gramática vasca. Pero al contrario de lo que se creía, sí era posible, M. Larramendi trabajó y lo consiguió. Venció a lo que parecía ser imposible.

Llegado a este punto quizás el sufrido lector esté pensando sobre qué rayos versarán las líneas que sigan a ésta. “El imposible vencido”, sí, algo así podríamos titular también la política de y en Gipuzkoa. Me explico, quisiera hoy deslizarme sobre los resultados obtenidos por el PNV en Gipuzkoa, que es como disertar sobre su declive en este territorio. Declive que es cierto. Declive que no tiene por qué ser irreversible y que es posible frenar. Pero la premisa para abordar el tema en cuestión es reconocer el hecho en sí y asumir responsabilidades políticas correspondientes, asumir que el declive existe y que se está manifestando de una manera diáfana en los últimos, pongamos que, ocho años. Y que tiene claros responsables políticos. En este sentido afirmé en uno de mis últimos artículos, que el PNV ha sido el partido que mejor ha aguantado el chispazo electoral de Bildu, que el PNV sacó unos buenos resultados en Bizkaia, magníficos en Bilbo, que aguantó el tipo en Alava y que cosechó unos resultados malos de solemnidad en Gipuzkoa, y seguí manifestando, que el PNV, en mi opinión debería de llevar acabo una muy necesaria, serena y profunda reflexión, incluso una autocrítica no menos necesaria y absolutamente saludable. Pero los humanos tenemos a veces la capacidad de obviar la realidad, retorcer el paisaje que tenemos ante nosotros, hacer ilusionismo con los números, fijarse en la paja del ojo ajeno obviando la viga en el propio…el responsable político ha adquirido la capacidad de mirar a otro lado, hacer txandapasa a su responsabilidad política, distraer la atención hacia otros lares y disimular ante lo indisimulable, es decir no asumir la realidad, la fea.

Y en Gipuzkoa hay una realidad, fea ella, en cuanto a los resultados del PNV, éstos han sido malos, sin paliativo alguno. El PNV ha perdido poder e influencia institucional a raudales, una auténtica hemorragia, su presencia institucional es mínima, ha perdido alcaldías emblemáticas e incluso la Diputación, es más, ha perdido musculatura en la calle, ha difuminado su punch en cuanto a su mensaje, sus articulaciones chirrían y su discurso confunde. En una palabra, no ha acertado. Y así hay que reconocerlo. Sin reconocerlo no hay remedio posible. Y es triste no tener la capacidad de reconocerlo, pues insisto, siendo el reconocimiento el primer paso para rectificar y darle la vuelta, ese reconocimiento se maquilla y se envuelve en celofán coloreado con argumentos pueriles. He hablado de darle la vuelta a la situación porque sí es posible, se puede y se debe frenar el declive, se puede y debe generar de nuevo ilusión para con el PNV y volver a ocupar el cauce central de la sociedad, ser la principal referencia de nuevo, la referencia inequívoca del nacionalismo vasco en Gipuzkoa, estoy convencido que podemos de nuevo volver a conectar con las necesidades reales de los ciudadanos de la calle, conectar con los problemas reales de los jóvenes y de los no tan jóvenes, mayores, parados etc. Hay que hablar, tenemos que hablar sobre los valores que caracterizan al PNV, y no de jardines ajenos, y explicar nuestras propuestas para responder a los retos del presente y adelantarse a los del futuro. Y ello sí es posible. No es imposible. Se puede vencer a lo que parece imposible. Trabajemos con patriotismo y reditar “El imposible vencido”, convencido de que es posible, que podemos vencer al imposible. Podemos de nuevo ser lo que siempre hemos sido.

El transcurrir de la historia tiene sus leyes inapelables de oportunidad, no sería de recibo perder ésta. Nuestros mayores en épocas más difíciles lo lograron con coraje hasta legarnos este nuestro presente. Mejoremos este su legado para los que nos sigan. Y que todos ellos hablen bien de nosotros en parecidos términos en el futuro que les toque vivir. Futuro, donde el PNV de siempre, seguirá, lo repito, ocupando el cauce central de la sociedad gipuzkoana, ensanchando las orillas de ambos lados y construyendo la Euskadi de las siete tierras vascas. El imposible será de nuevo vencido. Depende de nosotros mismos. A ello pues. Aire fresco, ilusión, responsabilidad, trasparencia, honestidad, caras nuevas, ventanas abiertas, ideas claras, autocrítica, asunción de la realidad, valores, mirada al frente, liderazgo, sin complejos, como siempre… y a lo nuestro.