sábado, 6 de diciembre de 2008

El Polo

El asesinato de Inazio Uria ha dejado en evidencia, por enésima vez, la fragilidad de la estrategia diseñada para liderar el campo abertzale, eso que ahora se llama el “polo soberanista”. La división básica de movimiento patriótico vasco se encuentra entre quienes rechazan la violencia como instrumento que sirva para algo y quienes lo aceptan con normalidad. Quienes se oponen a la pena de muerte y quienes hablan de “vulneración de derechos” como si las ejecuciones de dos jóvenes agentes en Cap Breton, de un obrero en Arrasate, o de un constructor en Azpeitia tuviese algún tipo de parangón. Porque, cuando no había Ley de Partidos, cómo se justificaría ésto. En un artículo, Floren Aoiz equipara el dolor de las víctimas con el del verdugo encarcelado.

Es cierto que, como en otras ocasiones, la idea del “polo” nace coja. La iniciativa surge de EA cuando anuncia que se presentará en solitario a las elecciones. A Batasuna, le faltó tiempo para recoger el guante (y apropiársela, como el “Euzko Gudariak”). Es cierto que esta última fuerza anunciaba que, ¡por fin!, no contaría más con EAJ (mientras tanto arrecian las amenazas contra el PNV). Casi inmediatamente se desmarcó Aralar, quedando Eusko Alkartasuna en una especie de tierra de nadie. Además, uno tiene la impresión de que, mientras unos viven en un país, otros lo hacen en una dimensión distinta en la que fabrican su mundo y, desde luego, su historia. Por otro lado, ETA militar “dice” una y otra vez no está dispuesta a ceder su liderazgo (o su capacidad de influencia). Eso sí: con ese matiz antes señalado: ya no quieren sumar al PNV a su proyecto.

Este es un país pequeñito en el que, desgraciadamente, nos conocemos todos. En estos días, además, ha tocado “polo soberanista”, así que todo el mundo podía decir cualquier cosa. El diario “Gara” señalaba que el “político navarro” Xanti Kiroga dijo: «Quienes se levantaron de la mesa de Txiberta -en referencia al PNV-, hoy tienen muy poco margen para realizar un nuevo fraude político y para poder repetir la maniobra que hace 30 años hicieron, porque la independencia se ha convertido ya en un eje de futuro». Quiero pensar que esto para consumo interno y como se trata de darle caña al PNV irredento, pues todo vale.
En Txiberta se “quedaron” ETA militar, EHAS o HASI y Monzón y se “fueron” todos los demás. Desde el Partido Carlista (EKA), pasando por Acción Nacionalista Vasca(ANV), Euskal Sozialista Biltzarrea (ESB), ETA político-militar, Eusko Irautzaleen Alderdia (EIA) hasta el PNV, sin olvidarnos de ELA-STV.

¿Qué pretendían los milis, básicamente?. Por un lado, como condición para participar en las elecciones (1977): un régimen de autonomía, la amnistía y la “disolución de los cuerpos represivos”. Y, por otro, refundar el Gobierno vasco con Monzón de lehendakari. Existen actas de todo aquello.

Lo cierto es que solo se mantuvieron en la postura de no participación: ETA y su entorno (retirando sus candidatos de la coalición Euskadiko Ezkerra que, finalmente, quedó formada por EIA, MCE-EMK e independientes). El resto –fuerzas arriba citadas- decidieron participar en las elecciones con diferente suerte. Eso sí. En junio de 1977, se constituía la Asamblea de Parlamentarios Vascos –que comenzó a redactar un nuevo Estatuto de Autonomía- y, en noviembre de ese mismo año, no quedaba un solo preso vasco en las cárceles españolas. ¿Dónde estaba el fraude político?. Yo creo que, sobre todo y en primer lugar, en aquellos que no estaban dispuestos a aceptar lo que decidiesen las mayorías. En ningún caso. Y, sobre todo, tratar de imponer a tiros un programa político que, a lo largo de los últimos treinta años, se ha demostrado minoritario. Nacía así el mito del “déficit democrático”.

Los milis estaban convencidos de que la “liberación” de Euzkadi vendría no tanto de lo que decidiese en pueblo sino por la acción de los partidos abertzales unidos en un “frente nacional” (volvían, una y otra vez, sobre repetidos intentos fallidos de frente, bai, bat, KAS, Herrikoi) de los que ellos sería la “vanguardia armada”, el “ejército nacional” en palabras de Monzón. Al final, se acababa imponiéndose la independencia “por las buenas o por las malas” (jo ta ke, irabazi arte).

¿Qué han conseguido en estos treinta años?. No han impedido que se avanzase en el autogobierno. Y no solo eso: no han tenido empacho en participar en aquellas instituciones que criticaban ( y critican). Desde los parlamentos “vascongado” y navarro a las Cortes generales. ¿Qué han hecho en todo este tiempo por la mejora de las condiciones de vida y trabajo de los vascos?.Exactamente: nada.

En 1956, tras el Congreso Mundial Vasco, el PNV constató que la suerte de Euzkadi, en aquellos momentos, estaba vinculada al establecimiento y consolidación de una democracia en España tras la dictadura, restableciéndose en una primera fase un régimen de autonomía. Franco murió en la cama y consolidar la democracia no iba a resultar ni tan fácil, ni tan rápido como algunos pretendían. Las acciones de ETA a partir de 1978, dificultarían el asentamiento de un régimen democrático (como se demostró con la intentona del golpe de estado el 23 de febrero de 1981) y avances en el autogobierno. Por si fuera poco, su actividad ha dado lugar a leyes (como la "ley de partidos") que estrechan el marco democrático de todos (no solo de los terroristas).

Así, entre 1978 y 2008, mientras que más del 85 por ciento de la ciudadanía vasca, se empeñaba en reconstruir el país tras cuarenta años de dictadura y en medio de una terrible crisis económica, una minoría se empeñaba en impedirlo. Eso sí, por el camino iban sembrando propuestas: la alternativa KAS, el Estatuto Nacional de Autonomía, la Alternativa Democrática,… Anoeta, Loiola,…y, ahora, el “polo”. En todos los casos, se trataba de imponer su alternativa a los demás. Y siempre son los demás quienes cometen “fraude”, jamás quienes apoyan sus programas en la violencia.

Por otro lado, aspiraciones legítimas de una parte importante del pueblo, pierden cualquier opción cuando se utilizan como ariete contra alguien y, además, no tiene en cuenta los más elementales principios democráticos. Ni se puede imponer a nadie un programa o una ideología. Ni se puede vincular ese programa (aspiración) o lo que se prefiera a un proceso de paz.

Pero, además, los intentos de eliminar al adversario, disfrazándose de nuevos “frentes” o “polos”. El “polo soberanista” es poco más que un nuevo intento contra el PNV. Este tipo de maniobras, siempre torpes, consiguen siempre efectos contrarios a los deseados. La ruptura del PNV en 1986 abrió huecos por donde se colaron el PSOE, por un lado, y HB, por otro. Estos últimos, ya se frotan las manos, a juzgar por los “análisis” de Maite Ubiría o de Tasio Erkizia en Gara. ¿Qué traerá la ruptura de la coalición?.

El PNV ya ha dicho que, con el mundo de ETA, no comparte ni medios, ni fines. La cuestión es que otros, según parece, no comparten medios, pero sí fines. O cómo es eso.