viernes, 25 de julio de 2008

JAUREGUI NO QUIERE CUMPLIR EL ESTATUTO

Regularmente, Ramón Jauregui habla o escribe del Estatuto de Gernika y casi siempre para explicarnos la última razón de peso por la que el PSOE ha sido incapaz de cumplir un pacto sellado en 1979 y después de diecinueve años de Gobiernos socialistas (en dos etapas). A la vieja milonga, la CAV “ no ha disfrutado jamás de tanta autonomía como ahora”, suma nuevas disculpas para explicar las razones (las suyas) por las que, o no se transfieren competencias recogidas diáfanamente en el texto de la ley orgánica 3/1979 (por ejemplo, “corresponde –a la CAPV- la gestión del régimen económico de la Seguridad Social”) o las que han sido anuladas por la Ley Orgánica del Poder Judicial (la participación –no exclusiva, ni decisiva- de las instituciones vascas en la provisión de plazas de jueces y magistrados).

Leyendo su último artículo (El Correo, 25 de julio), he pensado: ¡No puedo creer que Ramón que es un buen tipo e inteligente, piense que los demás somos bobos!. Justificar el bloqueo en el “pacto de Lizarra” o las últimas propuestas del Lehendakari pueden tener su “aquello”. Sobre todo, teniendo en cuenta que, entre 1988 y 1998, se vivieron los días del “pacto de Ajurianea”, con un apartado específico al desarrollo estatutario y un acuerdo del Parlamento.

Pero, esta vez el bueno de Ramón nos dice que no nos van a trasferir el I+D+I (competencia exclusiva –en coordinación con el estado- artículo 10 del Estatuto) dado que esta materia “trasciende la dimensión nacional de los Estados”: “La eficiencia de esas políticas y la intercomunicación del conocimiento aconsejan una planificación supranacional”. ¿A qué políticas se refiere?. La investigación más avanzada en todo el mundo está en manos privadas. Yo no si el veterano político guarda sus artículos, entrevistas, ect., porque, en otra ocasión, según él, la no transferencia de la investigación científico-técnica era el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Su última explicación de la razón por qué no transfieren el régimen económico de la Seguridad Social (artículo 18.2 b) es de aurora boreal: “La Seguridad Social ha reducido el concepto de ‘régimen económico’ con la informatización centralizada”. ¡Ahí la tienes bailalá! Algo ha cambiado, Jauregui dijo también en El Correo: “Un partido socialista no aceptará jamás la ruptura del sistema de caja única de la Seguridad social. ¡Jamás!. Yo admito que el PNV quiera aplicar la filosofía del concierto a la Seguridad Social, pero tienen que saber que yo no lo voy a admitir nunca” (El Correo, 14 de enero de 1991).

Por lo que se refiere a la competencia en prisiones, parece que se insinúa que, si la competencia en prisiones, los presos de ETA estarían en la calle, o así. Esto resulta muy ofensivo, especialmente porque podríamos poner una fila de gentes condenadas por asuntos de (otro) terrorismo en libertad desde hace años.

Ramón Jauregui propone una reforma estatutaria (algo que considera “muy conveniente”), eso sí, sin cumplir la ley vigente en su totalidad: Andalucía o Cataluña, a las que cita, iniciaron su reforma una vez que se había cumplido el 100 por 100 del texto original. Y, mientras tanto, el recordar un incumplimiento que dura ¡treinta años!, eso es un “quejido victimista”. Yo creo que nuestro hombre debería releer el Estatuto, desde el preámbulo a las disposiciones adicionales y transitorias, pactado por los partidos en Euzkadi, “lijado” por Guerra y Abril Martorell, aprobado por las Cortes y sometido a referéndum y sancionado por el rey, y que subraye lo que no se ha cumplido (por decisión política, fundamentalmente, del PSOE).

Enviado a Deia el 25 de julio de 2008

jueves, 24 de julio de 2008

La ley de consulta (8)


Mientras los franquistas reformistas (UCD) y el PSOE cerraban el pacto constitucional a la vez que marginaban al nacionalismo vasco de cualquier signo (resulta interesante a estas alturas releer los trabajos de Ortzi de aquellos días, Denuncia en el Parlamento o El no vasco a la reforma), en Euzkadi se había formado (el 19 de junio de 1977) la Asamblea de Parlamentarios Vascos. En la constitución de esta Asamblea, presidida por Manuel de Irujo, estuvieron presentas todos los diputados y senadores vascos elegidos en 15 de junio, excepto los de la UCD de Navarra. La misión de esta Asamblea era la redacción de un Estatuto de Autonomía.

Después del varapalo electoral, diferentes organizaciones de izquierda (UJM, PT, EKA, LKI, ESB, LAIA (bai), EIA, ADM, CSU, HASI, OIC, EMK, ANV, EGAM, IAM), en aquel verano de 1977, convocaron la llamada Marcha de la Libertad con los siguientes fines: Amnistía Total, Reconocimiento de nuestra identidad nacional, Estatuto de autonomía (“como un primer paso hacia el eje5cicio del derecho de autodeterminación”) y disolución de cuerpos represivos. De entre los partidos antifranquistas, ni el PSOE ni el PNV participaron en la Marcha. Este último partido no consideraba oportuno el momento en que se convocó. Todo lo publicado y dicho sobre la Marcha en recogió en un volumen editado a principios del año siguiente (Askatasunaren ibilaldia).

Como ocurriera en Chiberta meses atrás, el éxito aparente en principio (por la participación) acabó de nuevo en rotundo fracaso. Porque, al final, Monzón y los milis seguían insistiendo en el “frente abertzale”. El PNV se mantuvo al margen (porque, no solo avanzaba la negociación autonómica, sino que estaba a punto de aprobarse la definitiva ley de amnistía) del nuevo intento y poco después, se “descolgaban” otras organizaciones, fundamentalmente EIA (el partido surgido de la VII Asamblea de ETA (pm) que, con el EMK e independientes, formaban la coalición Euskadiko Ezkerra). Los milis, que se sentían marginados, exigieron a EIA que abandonase EE, al negarse lo expulsaron de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS) (sobre KAS en aquellos días ver Natxo Arregi, Memorias del KAS).

El día 8 de octubre de 1977 las Cortes aprobaban la amnistía (con la extraña oposición de Ortzi). El día 10, los “milis” acribillaban a balazos de Augusto Unzueta (presidente de la Diputación de Bizkaia). El día 15, salieron todos los presos vascos y se permitió regresar a los exiliados.

Los acontecimientos de aquellos días demostraron que los “milis” no estaban preparados para la política ni sicológicamente para volver al interior y reanudar una actividad política no violente. Para colmo, la vuelta a la actividad propiamente política tandría que darse en condiciones harto difíciles, en la medida en que su abstención a las elecciones del 15 de junio no les daba oportunidad de participación ni en el Parlamento español ni en la elaboración del Estatuto de Autonomía (la abstención promovida por los milis, por ejemplo, supuso que, por poco, no se obtuviese el acta de diputado por Bizkaia para Periko Salabarria).

Siguió una oleada de atentados de tal calibre que produjeron más víctimas en un año que en los diez años de acciones durante el franquismo. Tras cada uno de ellos, los “milis” ofrecían su valoración política de que nada había cambiado, proseguía la dictadura militar y la única salida era que se negociara con el Gobierno la alternativa KAS.

martes, 22 de julio de 2008

ley de consulta 7


Una semana después de celebrarse las primeras elecciones generales, el pleno del Congreso de los Diputados aprobaba la creación de una Comisión Constitucional de la que fue marginada el Partido Nacionalista Vasco. La “razón histórica” fue que el PSOE no quería que el PSP de Tierno estuviese en dicha comisión. El error histórico es que el nacionalismo vasco (no solo el PNV) fue marginado del consenso constitucional y esto al final trajo lo que Juan José Linz llama “escasa legitimación” del sistema constitucional en Euzkadi (ver Juan J. Linz, Conflicto en Euskadi).

La postura del Partido Nacionalista Vasco ante la Constitución quedó perfectamente reflejada en un libro (El Partido Nacionalista Vasco ante la Constitución. Historia y alcance de una negociación) editado por primera vez en 1978 y reeditado en 1991. Los matices internos de aquel proceso pueden seguirse hoy a través de las memorias de Carlos Garaikoetxea (Euskadi: la transición inacabada) y Xabier Arzalluz (Así fue).

Claro que otros descubrieron pronto lo que había ocurrido en realidad. Incluso publicaron guías (para que el personal no se precediese). Así Mario Onaindia Natxiondo (el mismo que había “teorizado” sobre el “no” a la Constitución o que había criticado la manifestación contra ETA de 1978, la “de las palomas”) publico una “Guía para orientarse en el laberinto vasco” los de Basta ya, la “Guía útil del drama vasco” (un bodrio infumable lleno de tópicos y falsedades).

El PNV pedía la reintegración foral plena (derogando las leyes abolitorias de 1837, 1839 y 1876). En la enmienda 689, el PNV reclamaba “el reconocimiento de la soberanía originaria del País Vasco, solidaridad y respeto hacia el resto de los pueblos del Estado español y un anhelo de convivencia democrática basada en la negociación, o por utilizar la forma histórica, en el Pacto Foral”. En su propuesta, el PNV se mostraba dispuesto a “ceder parte de esa soberanía, toda la que fuera indispensable para estructurarse conjuntamente con otros pueblos a los que consideramos, asimismo, soberanos, formando un ente superior en bien de todos, en respeto a todos y en solidaridad con todos”. A pesar de que algunos como José Antonio Zarzalejos consideran que la Disposición Adicional Primera de la Constitución (“reconocimiento de los derechos históricos de los territorios forales”, constituía “una satisfacción moral al nacionalismo vasco mucha más generosa de lo que la prudencia hubiese aconsejado” (José Antonio Zarzalejos, Contra la secesión vasca) se estaba muy lejos.

Lo cierto es que, al final, son un 30,86 % por ciento de los inscritos en el censo de lo que hoy es la Comunidad Autónoma Vasca dio su voto afirmativo. Un 10,51 % votó en contra (entre ellos organizaciones autoreclamadas de “izquierda abertzale” como Euskadiko Ezkerra o Herri Batasuna (la postura de esta última, por ejemplo, quedó reflejada en el libro La Constitución española. 1978). La abstención superó más de la mitad del censo, 55.35 %. Aún así, algunos siguen refiriéndose a esta ley como “la norma que nos hemos dado todos”.

Según Barbería y Unzueta (Cómo hemos llegado a esto): “La herida abierta por el rechazo nacionalista a la Constitución se cerró con la aprobación del estatuto de Gernika, que llevaba al autogobierno hasta límite inmediatamente anterior a la independencia. Pero, una vez alcanzado ese límite, el PNV…”. Pero, en fin, esta es otra historia.