jueves, 19 de marzo de 2009

LA ESTABILIDAD

Creo que he leído casi todo lo que se ha publicado desde el 1 de marzo en relación con las elecciones autonómicas. En casi todo lo publicado, se coloca la carga de la prueba en el PNV. En estos días, se le ha acusado de todo: de “rabietas”, de “no saber perder”. Sin embargo, yo tengo para mi que, desde el día en que la delegación socialista salió de Sabin Etxea, los nacionalistas interiorizaron que Patxi sería lehendakari con el apoyo del PP. Lo que no tengo tan claro es si los socialistas interiorizaron las consecuencias 1ue el pacto constitucionalista iba a traer para el Gobierno central.
Txiki Benegas vuelve a hablar del “sacrificio generoso” del él y su partido en 1986. Sacrificio que no fue tal porque, como él mismo ha reconocido en otro lugar, tras haber fracasado en su intento de pactar con EA y EE para desplazar al PNV, su única opción era la de repetir las elecciones. Y, entonces, se pactó con la fuerza más votada (aunque, es cierto, tuviese menos parlamentarios). No fue un regalo. Pero, hay más.En 1986, Felipe Gonzalez gobernaba en Madrid desde una comodísima mayoría absoluta, que no es el caso de José Luis Rodríguez Zapatero en marzo de 2009.
¿Resulta tan raro pensar que, por ejemplo, un buen acuerdo para los socialistas hubiese sido el recogido en el documento entregado a la delegación del PSE por parte de Iñigo Urkullu y, al mismo, garantizar la estabilidad del Gobierno central hasta 2012 por parte del PNV?. Por otro lado, recordando el artículo de Benegas, ¿había por parte del PSE alguna remota intención de integrar al PNV en su Gobierno como ocurrió en 1986?. ¿Hasta que punto pueden los socialistas vascos aislarse de lo que ocurra a sus compañeros en Madrid?. ¿Están seguros que el PP no va a utilizar todos los resortes para desplazar a Zapatero?. Y otra pregunta, con 38 parlamentarios constitucionalistas, y si Josu Jon Imaz hubiese encabezado la candidatura, ¿quién optaría finalmente a la Lehendakaritza?. Yo estoy convencido que sería Patxi.
Por otro lado, lo que vamos conociendo del acuerdo de gobierno PSE-PP y las lógicas aspiraciones de Basagoiti, garantiza la oposición de la mayoría nacionalista el tiempo que dure esta legislatura. Hay ya quien vincula su duración a lo que pueda resistir José Luis Rodríguez Zapatero en la situación de precariedad en la que se encuentra. Pero, esta es otra historia.
Vuelvo al artículo de Benegas. Recuerda que, en 1986, la solución se produjo pensando en que “el Pais Vasco necesitaba un Gobierno estable y que también que el PSE debería estar en él”. ¿Pensaban en 2009 que, para conseguir esa estabilidad el PNV debería estar en el Gobierno?. Asimismo, pensaban en la estabilidad del Gobierno central. La respuesta es “no” en ambos casos.
Zapatero tiene ante sí unos meses durísimos. Debe ganar las elecciones europeas y conseguir unos presupuestos “sociales”. Y, mientras tanto, tiene que solucionar, en medio de una crisis económica galopante, el espinoso asunto de la financiación catalana. Los catalanes están en pie de guerra y el pase a la oposición de Montilla sería letal. Jordi Juan señalaba en La Vanguardia (16 de mayo) que “el vuelco del 1-M ha sido tal que en el PP pronostican que Zapatero no podrá aguantar toda la legislatura sin apoyos y tendrá que convocar elecciones anticipadas. Tampoco están muy interesados en hacer un pacto con el Gobierno”. Está claro que, si Zapatero pasase a la oposición, como dice Patxi López, “no pasa nada”.
Un acuerdo con el PNV, como ha quedado dicho, hubiese garantizado la estabilidad del Gabinete Zapatero hasta el final de la legislatura, pero se ha optado por “desalojarlo de las instituciones”. Ahora, desde algunos medios conservadores (claro) se pide un pacto de estabilidad PP-PSOE. El abrazo del oso.