viernes, 2 de enero de 2009

Nos queda la palabra

ETA militar ha atentado contra la sede de EITB. Las interpretaciones a este acto de barbarie son de todo tipo. Si no he entendido mal, para Gara, este atentado sería una forma de apoyo al “polo soberanista” (que, lógicamente, ya han rebautizado como “bloque popular independentista”). Para El País o El Correo, el atentado forma parte de de la estrategia de acoso al PNV (dentro de ésta, “acciones” como la bomba a la comisaría de Ondarroa, el asesinato de Inaxio Uria y la bomba contra EITB). Como duro de entendederas, interpreto que, por ejemplo, Gara dice que la cosa parará el día que aceptemos su (particular) idea de democracia.
Es bastante común en este sector explicar sus aberraciones violentas porque existen otras aberraciones violentas. “Yo asesino a un empleado de una autopista o a un empresario jubilado porque a mí me torturan”. O, ¿qué habéis hecho “vosotros” cuando han cerrado “Egin” o “Egunkaria”?. “Nosotros”, con el apoyo, por ejemplo de Aidan P. White, secretario de la Federación Internacional de Periodistas (que ha condenado el atentado de EITB y otros atentados y amenazas a periodistas)promovimos un informe jurídico sobre la cuestión de “Egin”, o hemos movido por Europa un informe sobre el cierre de “Egunkaria”. Me ha tocado a mí este trabajo, a pesar de la inmensa repugnancia que me produce el silencio de los “colegas” de “Gara” y ”Berria”. A mí, me conmueven tanto los malos tratos a Martzelo Otamendi como el intento de asesinato de Gorka Landaburu.
Frente a la “patria de las bombas”, a la mayoría, nos queda la “patria de las palabras”.

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