viernes, 4 de julio de 2008

La ley de consulta (3)



Aún no había terminado la guerra civil en España y el Partido Socialista Obrero Español estaba dividido y enfrentado en sus facciones: prietistas (seguidores de Indalecio Prieto), negrinistas (partidarios de Juan Negrín) caballeristas (sector obrerista cercano a Francisco Largo Caballero) y besteiristas (el grupo que encabezaban Julián Besteiro y Wenceslao Carrillo). La división afectó asimismo al campo republicano con enfrentamientos armados, la salida de los nacionalistas catalanes y vascos del Gobierno republicano, la represión comunista (con apoyo de la URSS. Hay números libros que cuenta esta parte de la historia, por ejemplo, es muy recomendable -al tratarse de dos ex militantes comunistas, Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo- Queridos Camaradas) y el famoso golpe de estado contra el Gobierno de Negrín encabezado por el coronel Casado y respaldado por el sector besteirista de PSOE.

En 1939, la República española, como régimen político, estaba en disolución y no tanto como consecuencia de la derrota militar, sino porque los republicanos (y, entre ellos, los socialistas) se habían empeñado en acabar con ella. Frente a esto, José Antonio de Aguirre trató de salvaguardar la continuidad de su Gobierno a través de de lo que, entonces, se llamó “obediencia vasca”. En la primavera de 1940, todos los partidos integrados en el Gobierno vasco (el PSOE, también), excepto el PCE, habían firmado el documento (hecho muy criticado por Prieto, por ejemplo).

Prieto creó en México la Junta Española de Liberación que intentaba ser un organismo que agrupase al exilio para preparar el retorno a España tras la caída de Franco. Esta preparación suponía, por un lado, la desaparición de la instituciones del Estado republicano y, por ende, la disolución del Gobierno vasco. No logró esto último y, en 1945, con mediación del lehendakari Agirre incluida, se reconstituyó (aunque de forma efímera) el Gobierno republicano en el que se integraron los sectores enfrentados.

Mientras tanto, en 1940, en las cárceles franquistas, nacionalistas y socialistas comenzaron a sentar las bases para una colaboración futura (son las llamadas Bases de Burgos, ya que se sellaron en la cárcel de la ciudad castellana). En 1945, todas las fuerzas políticas y sindicales vascas sellaban el “pacto de Bayona” y, un año más tarde, se reorganizaba el Gobierno vasco que, salvo la salida del PCE, mantuvo la unidad hasta 1979, año en el que el PSOE lo abandonó.

En todo el periodo de postguerra, tanto el PSOE como el PNV mantuvieron una larga relación que concluyó con el pacto de Frente Autonómico (1977).

En 1974, el PSOE celebró un congreso en Suresnes (Francia) en el que iniciaba la renovación del Partido. Allí el joven Felipe González sustituyó (no sin resistencias)al viejo Rodolfo Llopis. En aquel Congreso, se aprobó el siguiente texto:

“La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado Español, parte indefectiblemente del pleno derecho de autodeterminación de las mismas, que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado Español”.

En el XVII Congreso, celebrado ya en Madrid, se ratificó el ejercicio del derecho de autodeterminación, lo mismo que el Partido Socialista de Euskadi en su primer Congreso: “…el Partido socialista de Euzkadi (PSOE) propugna y defiende el derecho de autodeterminación de Euskadi (con Nafarroa dentro) y de los restantes pueblos que integran el Estado Español”.

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