miércoles, 31 de diciembre de 2008

LA coalición PSOE-PP

Algunos medios titulaban los resultados del Euskobarometro. “La coalición PSOE-PP obtendría la mayoría absoluta” (La Voz de Asturias). Los dirigentes del PP ya se preparan para esta posibilidad, y así lo resaltaba María Dolores de Cospedal. Pero, no es la única. Son muchos quienes desde la izquierda propugnan un frente constitucionalista. Es cierto que algunos, como Francisco Llera, director del Euskobarómetro prefiere hablar de “autonomistas”.
¿Qué ocurriría si se constituyese un Gobierno constitucionalista-autonomista?. ¿Cómo quedaría el Estatuto de Autonomía?. ¿Y el Concierto económico?. Y no son solo preguntas retóricas. PSOE y PP que son, según el profesor Llera, “autonomistas” llevan treinta años desgastando y bloqueando el texto de Gernika. Si por ellos fuese, el Concierto Económico no duraría ni cinco minutos. ¿Cuántos miembros del PSOE o del PP se desplazaron a Bruselas para defender el Concierto?.
Los centros de decisión del PSOE y del PP están muy lejos de Euskadi. Pero, muy lejos. Ya en 1979, los negociadores vascos del PSOE y UCD encargados de consensuar el texto del Estatuto fueron desautorizados por sus jefes en Madrid (Alfonso Guerra y Fernando Abril Martorell).
Pero, además, todo esto es de fácil comprobación: cómo están las autonomías vecinas gobernadas por el PP y PSOE y como está la CAPV. Navarra gobernada por UPN-PSOE, por ejemplo, entrará en recesión y, por primera vez en décadas, el porcentaje de desempleo superará al de la CAV.

sábado, 6 de diciembre de 2008

El Polo

El asesinato de Inazio Uria ha dejado en evidencia, por enésima vez, la fragilidad de la estrategia diseñada para liderar el campo abertzale, eso que ahora se llama el “polo soberanista”. La división básica de movimiento patriótico vasco se encuentra entre quienes rechazan la violencia como instrumento que sirva para algo y quienes lo aceptan con normalidad. Quienes se oponen a la pena de muerte y quienes hablan de “vulneración de derechos” como si las ejecuciones de dos jóvenes agentes en Cap Breton, de un obrero en Arrasate, o de un constructor en Azpeitia tuviese algún tipo de parangón. Porque, cuando no había Ley de Partidos, cómo se justificaría ésto. En un artículo, Floren Aoiz equipara el dolor de las víctimas con el del verdugo encarcelado.

Es cierto que, como en otras ocasiones, la idea del “polo” nace coja. La iniciativa surge de EA cuando anuncia que se presentará en solitario a las elecciones. A Batasuna, le faltó tiempo para recoger el guante (y apropiársela, como el “Euzko Gudariak”). Es cierto que esta última fuerza anunciaba que, ¡por fin!, no contaría más con EAJ (mientras tanto arrecian las amenazas contra el PNV). Casi inmediatamente se desmarcó Aralar, quedando Eusko Alkartasuna en una especie de tierra de nadie. Además, uno tiene la impresión de que, mientras unos viven en un país, otros lo hacen en una dimensión distinta en la que fabrican su mundo y, desde luego, su historia. Por otro lado, ETA militar “dice” una y otra vez no está dispuesta a ceder su liderazgo (o su capacidad de influencia). Eso sí: con ese matiz antes señalado: ya no quieren sumar al PNV a su proyecto.

Este es un país pequeñito en el que, desgraciadamente, nos conocemos todos. En estos días, además, ha tocado “polo soberanista”, así que todo el mundo podía decir cualquier cosa. El diario “Gara” señalaba que el “político navarro” Xanti Kiroga dijo: «Quienes se levantaron de la mesa de Txiberta -en referencia al PNV-, hoy tienen muy poco margen para realizar un nuevo fraude político y para poder repetir la maniobra que hace 30 años hicieron, porque la independencia se ha convertido ya en un eje de futuro». Quiero pensar que esto para consumo interno y como se trata de darle caña al PNV irredento, pues todo vale.
En Txiberta se “quedaron” ETA militar, EHAS o HASI y Monzón y se “fueron” todos los demás. Desde el Partido Carlista (EKA), pasando por Acción Nacionalista Vasca(ANV), Euskal Sozialista Biltzarrea (ESB), ETA político-militar, Eusko Irautzaleen Alderdia (EIA) hasta el PNV, sin olvidarnos de ELA-STV.

¿Qué pretendían los milis, básicamente?. Por un lado, como condición para participar en las elecciones (1977): un régimen de autonomía, la amnistía y la “disolución de los cuerpos represivos”. Y, por otro, refundar el Gobierno vasco con Monzón de lehendakari. Existen actas de todo aquello.

Lo cierto es que solo se mantuvieron en la postura de no participación: ETA y su entorno (retirando sus candidatos de la coalición Euskadiko Ezkerra que, finalmente, quedó formada por EIA, MCE-EMK e independientes). El resto –fuerzas arriba citadas- decidieron participar en las elecciones con diferente suerte. Eso sí. En junio de 1977, se constituía la Asamblea de Parlamentarios Vascos –que comenzó a redactar un nuevo Estatuto de Autonomía- y, en noviembre de ese mismo año, no quedaba un solo preso vasco en las cárceles españolas. ¿Dónde estaba el fraude político?. Yo creo que, sobre todo y en primer lugar, en aquellos que no estaban dispuestos a aceptar lo que decidiesen las mayorías. En ningún caso. Y, sobre todo, tratar de imponer a tiros un programa político que, a lo largo de los últimos treinta años, se ha demostrado minoritario. Nacía así el mito del “déficit democrático”.

Los milis estaban convencidos de que la “liberación” de Euzkadi vendría no tanto de lo que decidiese en pueblo sino por la acción de los partidos abertzales unidos en un “frente nacional” (volvían, una y otra vez, sobre repetidos intentos fallidos de frente, bai, bat, KAS, Herrikoi) de los que ellos sería la “vanguardia armada”, el “ejército nacional” en palabras de Monzón. Al final, se acababa imponiéndose la independencia “por las buenas o por las malas” (jo ta ke, irabazi arte).

¿Qué han conseguido en estos treinta años?. No han impedido que se avanzase en el autogobierno. Y no solo eso: no han tenido empacho en participar en aquellas instituciones que criticaban ( y critican). Desde los parlamentos “vascongado” y navarro a las Cortes generales. ¿Qué han hecho en todo este tiempo por la mejora de las condiciones de vida y trabajo de los vascos?.Exactamente: nada.

En 1956, tras el Congreso Mundial Vasco, el PNV constató que la suerte de Euzkadi, en aquellos momentos, estaba vinculada al establecimiento y consolidación de una democracia en España tras la dictadura, restableciéndose en una primera fase un régimen de autonomía. Franco murió en la cama y consolidar la democracia no iba a resultar ni tan fácil, ni tan rápido como algunos pretendían. Las acciones de ETA a partir de 1978, dificultarían el asentamiento de un régimen democrático (como se demostró con la intentona del golpe de estado el 23 de febrero de 1981) y avances en el autogobierno. Por si fuera poco, su actividad ha dado lugar a leyes (como la "ley de partidos") que estrechan el marco democrático de todos (no solo de los terroristas).

Así, entre 1978 y 2008, mientras que más del 85 por ciento de la ciudadanía vasca, se empeñaba en reconstruir el país tras cuarenta años de dictadura y en medio de una terrible crisis económica, una minoría se empeñaba en impedirlo. Eso sí, por el camino iban sembrando propuestas: la alternativa KAS, el Estatuto Nacional de Autonomía, la Alternativa Democrática,… Anoeta, Loiola,…y, ahora, el “polo”. En todos los casos, se trataba de imponer su alternativa a los demás. Y siempre son los demás quienes cometen “fraude”, jamás quienes apoyan sus programas en la violencia.

Por otro lado, aspiraciones legítimas de una parte importante del pueblo, pierden cualquier opción cuando se utilizan como ariete contra alguien y, además, no tiene en cuenta los más elementales principios democráticos. Ni se puede imponer a nadie un programa o una ideología. Ni se puede vincular ese programa (aspiración) o lo que se prefiera a un proceso de paz.

Pero, además, los intentos de eliminar al adversario, disfrazándose de nuevos “frentes” o “polos”. El “polo soberanista” es poco más que un nuevo intento contra el PNV. Este tipo de maniobras, siempre torpes, consiguen siempre efectos contrarios a los deseados. La ruptura del PNV en 1986 abrió huecos por donde se colaron el PSOE, por un lado, y HB, por otro. Estos últimos, ya se frotan las manos, a juzgar por los “análisis” de Maite Ubiría o de Tasio Erkizia en Gara. ¿Qué traerá la ruptura de la coalición?.

El PNV ya ha dicho que, con el mundo de ETA, no comparte ni medios, ni fines. La cuestión es que otros, según parece, no comparten medios, pero sí fines. O cómo es eso.

sábado, 15 de noviembre de 2008

EA SE VA

Eusko Alkartasuna ha decido acudir en solitario a las próximas elecciones autonómicas. Era algo previsible, especialmente porque así se había decidido en un Congreso extraordinario. Todos los medios de comunicación se han hecho eco del anuncio y, en muchos, se han publicado largas entrevistas con Unai Ziarreta, el hombre fuerte de este partido.
Ante una decisión soberana y respetable, y ante las declaraciones de los máximo dirigentes del PNV en las que, no solo se muestra respeto, sino que se asegura que el adversario de EAJ no es EA, las respuestas de Ziarreta no auguran nada bueno. Especialmente porque su partido comparte Gobierno en Gasteiz, en dos diputaciones forales y coalición en Nafarroa. En esta situación, los argumentos que ya ha comenzado a esgrimir Ziarreta son muy poco o nada creíbles. Estos solo tendrían validez si se retirase de forma inmediata de todas las instituciones en las que están presentes. ¿Lo harán?. No. Ya han dicho que no. Es decir, su lucha por la soberanía y la independencia nacional comenzará la próxima primavera.
Está claro –que se vio en las últimas elecciones municipales y, por su había alguna duda, Ziarreta lo ha dejado claro en El Mundo- que. Para EA, el enemigo a batir es el PNV. Y esto es lo que le une realmente al mundo de Batasuna. Es cierto que su antijelkidismo ha sido mucho más fuerte que una cierta lealtad a Juan José Ibarretxe, que ha sido un valedor firme de EA. Quizá, como recordaba El País, esto explique la cara de Azkarraga en la rueda de prensa.
Son muchos los analistas y medios de comunicación, como Público, que están convencidos que el desmarque de Eusko Alkartasuna va a propiciar el que Patxi López llegue a ser lehendakari. Y, seguramente, tendrán una parte de razón, y EA de responsabilidad. Hay otros, por el contrario, que están convencidos que EA podría jugar el papel de Esquerra Republicana, propiciando aquí un gobierno “constitucionalista”, al igual que han hecho los republicanos en Catalunya. También es posible. Ya lo intentó en 1986 con el PSOE y EE.
Tras la “ruptura”, Batasuna ya ha hecho su oferta a EA. A fin de cuentas, se trataría, por un lado, de ampliar acuerdos que ya existen en algunos lugares del País. Por otro, de consolidar el frente anti-PNV. ¿Qué puede ocurrir?. Los primeros siempre pueden pedir a sus bases que voten de forma masiva a EA, desbordándola. Luego, ya vendría el “cobrador del frac”.
El Partido Nacionalista Vasco, a pesar de lo que se diga, ni renuncia a nada, ni ha renunciado a nada. Sigue subiendo al monte por el sendero. Cuando se concrete la trasferencia en I+D+I (investigación científico-técnica), el País tendrá más autogobierno que hace un año. Quizá, en estos momentos, la urgencia sea otra: aquello que la “alternativa KAS” definía como “la mejora de las condiciones de vida y trabajo del Pueblo Trabajador Vasco”. Es decir, como hacer frente a la crisis económica. Y, en este punto, a Unai Ziarreta no ha ofrecido alternativas. No sabemos si las tiene.
El Correo Español recogía en su primera página las palabras del asesor económico de José Luis Rodríguez Zapatero sobre la situación vasca (comparándola con la española). El máximo responsable de que esto sea así es el PNV (que es la fuerza que ha gobernado la CAPV en la última década, por cierto, con Juan José Ibarretxe como lehendakari). Así, en marzo, la ciudadanía va a tener, primero, que comparar con las comunidades limítrofes (recomiendo que lean el último informe de la UGT de Cantabria sobre la crisis. Cantabria está gobernada por el PRC y el PSOE). Luego, optar entre buscar soluciones reales para el día a día del ciudadano y el “desbordamiento democrático” frente al Estado que propugna Ziarreta (por muy impreciso que resulte todo esto).

jueves, 6 de noviembre de 2008

De qué se trata que me opongo

Rodolfo Ares ya ha anunciado que su partido se opondrá al Concierto Político que propone el PNV. Es lo esperado. Afirma que la propuesta oculta algo que, para su organización, es inaceptable ahora (no siempre ha sido así): la autodeterminación. Dice que es imprescindible un acuerdo previo entre vascos y “ponernos de acuerdo en cómo regular nuestra convivencia". Esto lo dice el portavoz de un partido que lleva treinta años sin cumplir el pacto entre vascos más importante de este período. Además, “ponernos de acuerdo en cómo regular nuestra convivencia" apela a unas “reglas del juego” que una parte del país o no acepta o rechaza. Aún así.
Jesús Eguiguren Imaz acaba de publicar su tesis doctoral titulada “El arreglo vasco. Fueros, constitución y política en los siglos XIX y XX”. En sus conclusiones, Eguiguren cree que, en la actualidad es posible “el retorno al espíritu del pacto, compromiso y compatibilidad Fuero/Constitución que buscaba la ley de 1839, que no fue respetada en la ley de 1876 y, sin embargo, sí es posible aplicar partiendo de la actual Constitución española”. En el año 2001, Miguel Herrero de Miñón y el llorado Ernest Lluch recogían en un libro una serie de reflexiones sobre “Derechos históricos y constitucionalismo útil” (que habían formado parte de un curso en 1997). Consideraban estos a los Derechos Históricos recogidos en la Disposición Adicional Primera como “una categoría jurídica” y, desde luego, una palanca que permita avanzar en un marco de convivencia aceptable. Eso que Gemma Zabaleta y Denis Itxaso llaman “construcción de consensos” (“Una nueva política frente al colapso vasco”).
Vivimos tiempos de desconfianzas. Y, desde luego, hay quien, como el “número 2” de Cristina Garmendia, se encarga de acentuarlas. Lo que, en un principio, fue un acuerdo entre vascos (el Estatuto de Gernika) acabó convirtiéndose en un conjunto de acuerdos entre el Gobierno de la CAPV y el PNV y el Gobierno central de turno. Nadie se cree hoy en día que Patxi López vaya a completar el Estatuto al 100 por 100, ni que de no haber mediado la falta de mayoría suficiente para aprobar unos presupuestos se hubiese consumado el traspaso de una competencia claramente recogida con “concurrencia” y en “coordinación” con el Estado. Aquí no hay consenso: hay necesidad.
El PNV, con su propuesta de Concierto Político, se acerca a las tesis de Eguiguren de compatibilidad de Fuero y Constitución sin que, como se recoge la Disposición Adicional de la Ley Orgánica 3/1979, nadie renuncie a nada.
El señor Ares, que debía leer con más entusiasmo a sus correligionarios, tendrá que aceptar lo que, desde el PNV se aporte su idea de pacto, como la recogen, entre otros, José Manuel Castells (“El hecho diferencial de Vasconia”). Es cierto que todos tenemos mucho que aprender de lo ocurrido en los últimos treinta años. Resulta un ejercicio interesante, por ejemplo, repasar el relato de Virginia Tamayo –desde el Derecho- en su “Vasconia. La reivindicación política pendiente” para darnos cuenta que todos hemos cometido errores.
Cuando, desde el PSOE, se emplaza al PNV para esto o aquello, se echa muchas veces de menos, por ejemplo, una movilización del PSE para reclamar al Gobierno central que cumpla el estatuto de Gernika en su integridad: desde el preámbulo hasta la última adicional, porque, salvo para aprovechar el día para darse una vuelta por Bilbao y cantar el “Gernikako arbola”, parece que se trata de algo “de otros”, quizá porque como resaltaban Patxo Unzueta y José Luis Barbería en su último libro (“Cómo hemos llegado a esto”), hay Estatuto porque hay nacionalistas. De la misma forma que, como reconocen Zabaleta e Itxaso, el “problema nacionalista” es consecuencia de la abolición foral.
Esas “reglas de juego”, si hacemos casos a todos los correligionarios de Rodolfo Ares citados arriba, dan un amplísimo margen para profundizar en el “Convenio Político” y en los consensos, sin trampas, ni siquiera en el lenguaje: “exclusivo” y “coordinación” no tienen nada que ver con “concurrente”, por ejemplo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Tras el acuerdo

En un sistema democrático, las fuerzas políticas son autónomas para tomar decisiones, firmar acuerdos, dar su apoyo a unos y otros, y avanzar en sus objetivos como considere oportuno en cada momento. Sin embargo, la reacción al acuerdo presupuestario entre el PSOE y el PNV ha dado lugar a una serie de reacciones, divertidas en unos casos, patéticas en otros. Comencemos por el final.
La alcaldesa de Hernani, erigida en portavoz de los ilegalizados, ante el acuerdo, siguiendo el viejo guión: que no es decir lo que debe o no debe hacer, sino lo que, según esta señora, señalar lo que piensan “realmente” y, sobre todo, lo que conviene a votantes y militantes nacionalistas. Es cierto que, desde ese mundo, jamás se ha hecho una aportación que sirviese, por ejemplo, para crear un solo puesto de trabajo más allá de la función pública (en su caso, la municipal). Casi en la misma línea, el Partido Popular se refirió a lo conseguido por los nacionalistas vascos y gallegos como “migajas”.
La reacción de los socios del PNV en el Gobierno producen, en muchos casos, hilaridad. Izquierda Unida, socia de Zapatero en la legislatura anterior, no hizo nada en esos cuatro años por el autogobierno vasco. Con este partido, no se ha avanzado ni una micra. Lo de EA es protestar por protestar. La política es el arte de lo práctico. Lo importante no es el color de gato, sino que cace ratones. ¿No dice esto el proverbio chino?. Algunos “analistas” denuncian que los negociadores del PNV no “consultaron” con el consejero Campos sobre esta cuestión. Desde la autonomía, Erkoreka y Azpiazu solo tenían que consultar con el EBB y con nadie más. Ni siquiera con el Gobierno. Otra cosa será el momento en que se convoque la comisión mixta de transferencias.
Al PSE-PSOE, el acuerdo le ha dejado sin argumentos. Para los socialistas, desde 1980, el Estatuto no es un marco de encuentro, sino moneda de cambio. La cara y el tono de Rodolfo Ares (que, normalmente, es un orador brillante) presentando los actos del aniversario autonómico eran síntoma claro de lo que estaba ocurriendo. El acto del Guggenhein, en esa línea. El estatuto sigue sin cumplirse. Está pendiente: TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL 1. Prestaciones por desempleo 2. Promoción y gestión de empleo 3. Formación Profesional Ocupacional 4. Regulación de empleo 5. Instituto Nacional de la Seguridad Social 6. Instituto Social de la Marina 7. Gestión del régimen económico de la Seguridad Social 8. Centros de investigación y asistencia técnica (CIAT) 9. Inspección de trabajo 10. Fondo de Garantía Salarial INFRAESTRUCTURAS 11. Meteorología 12. Aeropuertos 13. Puertos de interés general 14. Transporte marítimo y fluvial 15. CEDEX (Centro de estudios y experimentación obras públicas) 16. Ferrocarriles 17. Transporte mecánico por carretera 18. Salvamento marítimo ECONOMICO-FINANCIERA 19. Crédito y banca 20. Seguros 21. Crédito oficial 22. Mercado de valores INDUSTRIA 23. Administración institucional del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo 24. Sector público del Estado 25. Hidrocarburos (petróleo y gas) INTERIOR 26. Expedición de permisos de circulación y matriculación de vehículos 27. Servicios privados de seguridad 28 Elecciones municipales JUSTICIA 29. Centros penitenciarios CULTURA 30. Archivos de titularidad estatal 31. Fondo de protección a la cinematografía TURISMO 32. Turismo AGRICULTURA Y PESCA 33. FROM.
Nadie (de quienes se proclaman autonomistas) se acuerda en estos temas en las celebraciones y aniversarios. Tampoco se acuerda nadie de la LOAPA, ni de las leyes orgánicas y de bases que hay ido desgastando el acuerdo de Gernika. En una situación de crisis como la actual, ¿no creen que lo que está pendiente de transferencia tiene entidad como para tomárselo en serio?.

domingo, 12 de octubre de 2008

SIN ESTATUTO DE GERNIKA, NO HAY PRESUPUESTOS

El PNV pide al PSOE, para poder apoyar los presupuestos generales del Estado, que cumpla dos previsiones de la ley orgánica 3/1979. Es decir, el Estatuto de Gernika. No pide más. Sin embargo, si uno lee la crónica de Luis Rodríguez Aizpiolea y Anabel Díez, el primer mensaje que transmiten estos últimos es que “se ha impuesto el sector soberanista del PNV”.
Afirman los periodistas madrileños: “El PNV se aferra con firmeza a la reclamación del traspaso de las competencias de las políticas del Inem y de la innovación al País Vasco por una vía que el Gobierno socialista considera inasumible. En el caso de las políticas activas del Inem, el PNV exige, junto con el ejercicio de la competencia, la recaudación de las cuotas de los trabajadores. El Ministerio de Trabajo interpreta que esta posición es inasumible porque equivale a la ruptura de la caja única de la Seguridad Social”. Es cierto que nos vamos haciendo mayores, pero no puedo creer que, por lo menos, Aizpiolea, antiguo redactor de “Egin” y de “El Diario Vasco”, no se conozca el Estatuto. El Artículo 18 conceden en exclusiva a la CAPV la gestión del régimen económico de la Seguridad.
Por lo que se refiere al I+D+I el Estatuto de Gernika es, asimismo, claro. El artículo 10 la reconoce como “competencia exclusiva”, eso sí, en coordinación con el Estado. Sin embargo, el texto de los colegas de la Corte da otra impresión. “En el caso de las políticas de innovación, el PNV reclama el traspaso de una parte de esta competencia que el Estado ejerce en Euskadi. Su traspaso conllevaría un "principio de fractura" que originaría un grave precedente para otras autonomías, según fuentes gubernamentales”.
Aquí se nos habla de “principio de fractura”, que no se sabe exactamente qué es. Y un precedente para otras autonomías. ¿Y?. Si las otras autonomías tienen reconocidas en sus estatutos la investigación científico-técnica tienen todo el derecho a ejercer esa competencia. ¿No hay autonomías que tienen reconocido en sus estatutos el derecho de consulta y Euzkadi no?.
La “caja única” de la Seguridad social es un mito cultivado por el PSOE en la década de los 1980 y afianzado por un Tribunal Constitucional politizado (tras haber sido desmontado el de la sentencia contra la LOAPA). Por otro lado, es también una forma de financiación de sindicatos y patronales. Lo del I-D+I tiene toda la pinta de responder a un capricho, en este caso de la ministra Garmendia.
El PSOE de Patxi López parece que no quiere cumplir un acuerdo transversal muñido en Euzkadi y refrendado en Madrid. No solo por los socialistas, también por la derecha, los comunistas (quizá habría que recordárselo a Fidalgo). Zapatero se quedará sin presupuesto, no porque se “imponga el sector soberanista” (falso de toda falsedad), si no porque se niega de forma persistente a cumplir el Estatuto de Autonomía de Gernika al que tanto apelan López y Zapatero. El PNV no pide nada que no esté reconocido por una ley orgánica, ¿en vigor?.

Enviado a Deia

miércoles, 1 de octubre de 2008

Jokin Intza

Ha muerto Jokin Intza. Tenía 84 y había dedicado toda su vida a la Causa Vasca. Por ello, sufrió cárcel y exilio. Había nacido en Bergara y, en los momentos más duros de la dictadura, comenzó sus actividades en la Resistencia Vasca. Participó en la Huelga General de 1947 (en la que perdió a uno de sus amigos del alma, Agustín Unzurrunzaga "Xabale"). Posteriormente, se exilió en Venezuela donde realizó una labor increible, fundamentalmente, en la puesta en marcha de actividades que tuvieron eco tanto en Euzkadi como el el exilio vasco. Fondos para la financiación de "Gudari", el órgano de Euzko Gastedi del Interior (EGI), de libros de todo tipo, de Radio Euskadi, y, por supuesto, de su Partido (EAJ) y de ELA-STV.
Jokin fue, sobre todo, un hombre de acción. Algunas de sus aventuras, nunca todas, aparecen en su libro "Hombre libre sin Patria libre". Pero, sobre todo, fue un patriota a la antigua usanza. De esos por lo que solo se puede sentir, además de mucho cariño, un respeto ilimitado.

sábado, 27 de septiembre de 2008

¿Qué más sabemos hacer?

En enero de 1982, la revista Muga publicaba un editorial titulado “Además de oponernos, que más sabemos hacer?” (Muga:19). En uno de sus párrafos se decía: “El nacionalismo vasco no puede ser un oponerse a algo, sino hay que buscarle una formulación positiva, centrada en un proyecto de vida en común que sea algo más que el simple sentimiento emocional de la pertenencia al heroísmo resistente. Hay que intentar aportar soluciones, o vías de soluciones, a problemas de cara al futuro”. Y concluía: “…la revitalización de la sociedad vasca pasa por la revisión de ciertos dogmas que nos ha sido queridos hasta ahora. Esta revisión se hará si nosotros mismo somos capaces de ello, pero no podrá venir de quienes nos critican desde fuera”.
Aquel análisis, hecho desde un medio considerado como “del PNV”, dio lugar a un sinfín de reacciones, todas de “fuera”. Los autocalificados ”sabinianos”, que habían abandonado el Partido dos años antes formado el grupo “Euzkotarrak”, publicaron un artículo incendiario en Egin (1982, urtarila, 8), proponiendo, desde una discutible ortodoxia, exactamente lo contrario.
En aquellos días, el País vivía ensangrentado por la violencia, en medio de una tremenda crisis económica, con una autonomía bloqueada (y acorralada por la LOAPA) y en medio de las primeras tensiones entre el Partido y el Gobierno, perfectamente explicables en unos momentos en que todo estaba por hacer. Un año antes, con Eugenio Ibarzabal, le había entrevistado a Xabier Arzalluz en su despacho de la calle Marqués del Puerto de Bilbao, entonces sede del EBB. En ella, el Arzalluz, recién elegido presidente del de Consejo NAcional del PNV, defendía, por un lado, la bicefalia y, por otro, el protagonismo del PNV: “El PNV tiene una función de protagonista en el sentido en que esta la organización que, de cara al pueblo, se hace garante de un programa y de su ejecución, y en ese sentido tiene el protagonismo fundamental de que será el último responsable de que una determinada gestión pública se haga en el sentido que se ha propuesto y por el cual el pueblo ha dado unos votos y un apoyo”. En este punto, resaltaba que “la prudencia política de un Partido y de la dirección de un Partido está en saber ejercer el control dando el máximo apoyo y vigilando también” (Muga: 11, XI, 1980).
Las tensiones entre el Partido (Arzalluz) y el Gobierno (Garaikoetxea) fueron a más, desembocando en la escisión de 1986 que tiene que ver, por un lado, por el intento de suplantación del papel del Partido por parte del Gobierno (para ser más exactos del presidente de ese Gobierno) y, por otro, de los diversos avatares de los primeros años de la Transición. A esto hay que sumar, por otro lado, un cierto papel del PSOE en la escisión, sobre todo a partir de las elecciones municipales de 1983 (en las que, a pesar del efecto Gonzalez, los socialistas no lograron desplazar a los nacionalistas).
La escisión del PNV trajo, como primera consecuencia, que tanto los socialistas como los radicales ocupasen amplios espacios de poder que, hasta entonces, parecían vedados para estos dos sectores. En segundo, lugar un debilitamiento real del conjunto de nacionalismo democrático. Al contrario de lo que se llegó a defender en aquellos días, PNV y EA no lograron ampliar (cada uno por su cuenta) su campo de actuación, más bien al contrario. Cincuenta más cincuenta no eran cien, sino ochenta. Fracasados los intentos de medrar uno a costa del otro, por un lado, comenzaron los intentos de “pescar” en el caladero de la izquierda radical, alejándose de algunos de los planteamientos que, en 1984, habían conseguido que el PNV en solitario alcanzase casi la mayoría absoluta. En segundo lugar, en aquellas zonas en las que el PNV había quedado más afectado por la escisión (por ejemplo, en Gipuzkoa), con el pretexto de que, por lo menos, un municipio o una comarca estaban en manos abertzales (sin importar el compromiso de estas “manos” con la paz o la democracia) fueron abandonados sin presentar batalla, lo que explica en gran parte el mapa electoral guipuzcoano (y de algunas comarcas vizcaínas). Como guinda a todo esto, está la estrategia de EA de apoyarse en Batasuna para desplazar al PNV (los ejemplos abundan) sustituyéndolo por una fuerza auténticamente abertzale, creen.
El terrorismo ha distorsionado la vida vasca, al menos en los últimos treinta años, lo que, unido a cuarenta años de franquismo, nos deja en una situación terrible. En 1956, se publicaba, por primera vez, “La Causa del Pueblo Vasco”, de Francisco Javier de Landaburu. Este pequeño ensayo comenzaba con la siguiente cita: “Yo no puedo comprender que haya hombres que estén continuamente en peligro por culpa de otros hombres. No puedo comprenderlo y me parece horrible. No digas que es por la patria”. La cita es obra de Sofía Scholl, una estudiante cristiana de la universidad de Munich, de 22 años, decapitada por los nazis.
El pensamiento del PNV ante cualquier manifestación de violencia política o de terrorismo ha sido siempre la misma: de absoluto rechazo. He repasado textos y entrevistas, además de los de Landaburu, de Irujo, de Ajuriaguerra, de Robles-Arangiz,… y no he detectado un ápice de compresión hacia la acción de ETA (y de ningún tipo de violencia). He tratado de encontrar, asimismo, algunos tópicos que, repitiéndose una y otra vez, se convierten en verdades absolutas.
Se afirme que el PNV sostiene que el terrorismo es consecuencia de un contencioso histórico no resuelto. Y esto no es cierto. Como mucho (y es mucho aceptar), una tesis aproximada es la que dibujan Santiago de Pablo y Ludger Mees, nada sospechosos de veleidades abertzales, en la última edición de “El Péndulo Patriótico” (2005), cuando afirman que en los 1970, los nacionalistas defendía que, a más autonomía, menos violencia. Algo que, al final, se ha demostrado cierto. La dilación en el cumplimiento de todas las previsiones del Estatuto, el mercadeo y la broncas en torno a estas cuestiones, por el contrario, ha contribuido a un cierto desgaste.
ETA militar sigue activa porque quiere imponer a todas las demás fuerzas, y al conjunto de la sociedad vasca, a “Euskal Herria”, sus tesis y programas. La imposición se ha disfrazado históricamente por la existencia de un presuntamente “déficit democrático”. HB, EH o Batasuna han estado en las instituciones y han tenido la oportunidad, por un lado, de someter sus programas a la ciudadanía (que les ha dado el respaldo que les ha dado). Por otro lado, ha podido discutir sus propuestas en diferentes parlamentos. ¿Qué ocurre?. Pues que, cuando los representantes de la inmensa mayoría no aceptan los postulados de la inmensa minoría, entonces, hay “déficit democrático”.
Hay una cuestión que ha marcado, es cierto, una parte de nuestra historia: cierta relación de parentesco, amistad, vecindad,… con algún militante de ETA. Era algo que formaba parte la cultura cotidiana. A esto hay que añadir que, a la salida de la dictadura, ETA no solo estaba rodeada de un cierto halo heroico sino que se percibía como parte de la comunidad nacionalista. Así, cuando en septiembre de 1978, el PNV salió a manifestarse contra ETA fueron muchos quienes, en su seno, no ocultaron su disgusto por este acto (y estas críticas no vinieron solo de sectores del PNV. Teo Uriarte y Mario Onaindía hicieron públicas las suyas en un encendido artículo que publicó Egin). Sin embargo, la intensificación de las acciones de ETA (y su crueldad cada vez mayor) fueron eliminando cualquier rastro de compresión aunque, todavía en 1998, una minoría pensaba que la suerte del conjunto del nacionalismo pasaba lo que le ocurriese a ETA. Así, en aquel momento, que había que conseguir, como fuese, que esta dejase de matar. Lizarra, que fue uno de esos intentos, fracasó por diferentes razones.
A lo largo de estos últimos treinta años, las percepciones de los nacionalistas hacia ETA militar y su mundo han cambiado de forma radical. La vieja cuadrilla plural ha saltado por los aires, las relaciones familiares se enfrían,… El nivel de crueldad del asesinato de Miguel Ángel Blanco, que no se diferenciaba mucho de quienes acabaron con la vida de Sofía Scholl, fue algo insoportable.
Hoy en día, es difícil mantener que la persistencia de la violencia es consecuencia de ese contencioso o conflicto. Es cierto que, a estas alturas, habría que definir el “conflicto vasco”. Para todos no es lo mismo. Para EAJ, tiene su origen en la abolición foral (Ponencia Política 2007, p. 2) y en la incapacidad del Estado de cumplir sus propias normas: desde las leyes abolitorias hasta el Estatuto de 1979. ¿Es lo mismo para ETA militar?. Evidentemente, no.
El pacto de Ajurianea fracasó porque intentaron utilizarlo como la plataforma para conseguir lo que algunos llamaron postnacionalismo. De completar el Estatuto, solo en teoría. Recordar que, estos días, la ministra Garmendia se niega a traspasar una competencia exclusiva de la CAPV, según el Estatuto, como reconoce el nada sospechoso diario “Público”. Y porque “Ajurianea”, al final, se había quedado en un foro para redactar notas de condena cada vez que ETA cometía un atentado. Lizarra fue un fracaso para el PNV, entre otras razones, el partido cedió su liderazgo social, mostrándose ante los radicales como una fuerza vulnerable. O, dicho de otra forma, acabó consiguiendo que le perdieran el respeto.
Es cierto que ETA y los suyos no pueden marcar la agenda política de la inmensa mayoría. Pero, al mismo tiempo, resulta muy duro aceptar que se actúe como si ETA no existiese. Porque existe. Y hay un sinfín de iniciativas que no deberían ponerse en marcha con ETA actuando. Contribuyen, entre otras muchas cosas, a esa pérdida de respeto a la que se hacía alusión. Algunas de las votaciones que se han producido en el Parlamento vasco son un buen ejemplo de esto. Se parecen más a una humillación que a otra cosa.
¿Qué le queda, pues, al nacionalismo vasco?. El objetivo final del nacionalismo es que los vascos, de forma pacífica y democrática, pasen de ser objeto a sujeto de todas sus decisiones. Partiendo de esto, tan elemental, hay una cuestión predemocrática: no se puede avanzar en ese camino mientras que haya ciudadanos amenazados de muerte que no pueden moverse, ni expresarse con libertad. Quizá por ello y hasta que se haya producido la disolución de ETA, hay cuestiones (irrenunciables) que deberían esperar a ese momento. De la misma forma, el PNV debe volver a contar con la iniciativa en cuanto a programas y estrategias. Más que nada por un elemental sentido de prudencia política, aquella prudencia a la que se refería Arzalluz cuando le entrevistamos en 1980. Y mientras tanto, como se decía en aquel editorial, seguir buscando entre todos (sin imposiciones ni a los de casa, ni a los de fuera) formulaciones positivas, atender a los problemas inmediatos de los ciudadanos y estar cada día más cerca de los que sufren. El “apoyo y reconocimiento social a todas las víctimas del terrorismo” es parte esencial del cuerpo doctrinal de EAJ-PNV.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Estamos en crisis

Estamos en crisis. Todos. Unos más que otros, pero, al final, en crisis. La Comunidad Autónoma del País Vasco, una vez más, no cuenta con todos los instrumentos que le permite la ley para afrontar con garantías el presente y el futuro. De esta forma, la formación profesional continua y la formación ocupacional, vinculadas a la “gestión del régimen económica de la Seguridad Social” por parte de la CAPV (Artículo 18 2b de la ley orgánica 3/1979), forman parte de la financiación encubierta de sindicatos y patronales.
Ese tipo de formación, que muchas veces se imparte en lonjas y locales deficientemente acondicionados por gentes, en ocasiones, de dudosa cualificación, para empezar, debería formar parte de la oferta de los centros establecidos y homologados de formación profesional. Inmigrantes, parados o profesionales con necesidad de reciclaje.
Euzkadi necesita profesionales altamente cualificados en todos los niveles. Es precisamente en momentos como los actuales cuando la formación es imprescindible, la “sindicalización” de la misma (FOREM de CC.OO. o el IFES de UGT) no pasa de ser una forma de cumplir con el INEM cuando se está percibiendo el desempleo. Lo lógico –y tras el recientísimo informe de la OCDE- es que todos los aspectos de la formación profesional se impartiesen en los centros dedicados a este tipo de enseñanza.
Por otro lado, está demostrado en que aquellos rincones del mundo en los que el I+D+I es parte esencial de su planificación económica soportan mejor los periodos de crisis. Según la ley orgánica antes citada, la investigación científico-técnica es competencia exclusiva de la CAPV en coordinación con el Estado (art.10). El bloqueo de esta competencia (durante ¡treinta años!) nos aleja del objetivo de una inversión de 4 % del PIB en i+d+i esencial para la supervivencia de nuestra economía. Y aún así. Los excelentes índices de innovación de pequeños países como Irlanda o Luxemburgo no les libran de la recesión.
Euzkadi ha sido tierra de banqueros. Solo en 1922 y sin contar otros bancos que había nacido y desaparecido, funcionaban entre nosotros los siguientes vascos: Vitoria, Guipuzcoano, San Sebastián, Tolosa y Urquijo de Guipúzcoa, La Agrícola, Crédito Navarro, La Vasconia, Agrícola Comercial, Bilbao, Comercio, Crédito de la Unión Minera, Urquijo Vascongado, Vasco y Vizcaya.
Considerando el PP de Aznar y Mayor que una de las fórmulas de restar fuerza al nacionalismo era empobreciendo al país, se diseñó la operación Argentaria cuyo objetivo es el de la deslocalización del BBVA (o, mejor dicho, su localización definitiva en Madrid). Todos esos bancos –y otros- el desarrollo económico del país. No hay desarrollo posible sin la posibilidad de acceder a recursos financieros. Desde el punto de vista empresarial, ¿cree alguien que MCC sería hoy los mismo sin Caja Laboral?.
Euzkadi necesita un potente instrumento financiero que sirva para todos y a todos. Por ello, es tan importante contar con una Kutxa unida. Hasta ahora, lo tienen claro empresarios y sindicatos. No tanto los políticos. O, mejor dicho, algunos políticos.
Castigar colectivamente a los vascos forma parte de la tradición histórica española . Castigos colectivos fueron las leyes de abolición foral, la declaración de Bizkaia y Gipuzkoa “provincias traidoras” (con la supresión del Concierto), el bloqueo estatutario,… Y no se castiga a los carlistas o a los traidores de las provincias, sino a todos los vascos (traidores o no). Y así, ahora, como no gustan determinadas iniciativas del Lehendakari, se ha decidido castigar (o amenazar con castigos) no solo a los nacionalistas, sino a todos los vascos: vamos a dejaros sin fuente de neutrones, sin fusión de cajas, sin transferencias,.... Estamos en crisis y, en lugar de separar cuestiones, el PSOE decide castigar a todos: a los nacionalistas y quienes no lo son.
La verdad es que no se cómo va explicar a Patxi López a sus votantes que, para frenar a los nacionalistas, van a poner en peligro el futuro de sus hijos. Por el contrario, la verdad es que, en nacionalismo vasco actúa el clave de país y no de partido cuando se tratar de la economía (primus vivere deinda filosofare). En la edición de abril de la edición española de “Foreing Policy” (publicación nada sospechosa, por cierto), se publicaba un artículo de Gustavo de las Casas titulado “¿Es bueno el nacionalismo?”. Las conclusiones resultaban sorprendentes: los nacionalistas gestionan mejor la economía. En el caso vasco, además, supieron sentar las bases para la recuperación de sectores productivos (o creando otros nuevos: como la industria aereonaútica) después de cincuenta años de proteccionismo y una gestión partidista de la reconversión industrial.
Quizá en esta nueva crisis se siente las bases, no solo para una industria de alta tecnología sino, por ejemplo, para la producción de biocombustibles en un país donde dos terceras partes de los campos de cultivo están en barbecho.

Enviado a DEIA el 10 de septiembre de 2008

lunes, 1 de septiembre de 2008

La ley de consulta (10)


La ley de consulta (10)

La Constitución española de1931, definía al estado como una “república de trabajadores”. Tras aprobar la de 1978, España se convirtió en un “estado de las autonomías”, al menos, sobre el papel. Al mismo tiempo, en un proceso diacrónico, mientras se cantaban las excelencias ejemplarizantes de la Transición (por el hecho que, al morir Franco, no hubiese comenzado una nueva guerra civil, por el contrario, se hubiese dado algo parecido a una reconciliación “entre españoles”. Por si fuera poco, como bien recuerdan Nicolás Sartorius y Alberto Sabio, “en puridad, la Transición no se inició con la muerte de Franco, sino con la destitución de Carlos Arias Navarro y el nombramiento de Suárez en julio de 1976. En tanto albacea de Franco, Arias Navarro no transitó hacia la democracia, no inició la democratización del país; planteó más bien un intento serio de continuar con la Dictadura bajo otras formas”. La conquista de la democracia en el Estado español es un proceso que se prolonga entre noviembre de 1975 y junio de 1977(Nicolás Sartorius/Alberto Sabio, El final de la dictadura).
En su intento” reformista” (“democracia limitada y otorgada”), Arias no estaba solo. Le acompañaban Manuel Fraga Iribarne, el ideólogo de la operación, y, desde luego el rey Juan Carlos. El rumbo que estaba tomando la operación seudoreformista (Lucas Verdú) que sostenían Arias-Fraga (con los sangrientos sucesos de Vitoria y Montejurra) (Alvaro Soto, La transición a la democracia)hizo que Juan Carlos cambiase de postura, destituyendo a Arias Navarro, nombrando Adolfo Suárez.
Desde el primer momento, se impuso una unificación del pensamiento sobre el carácter modélico de la transición como una reconciliación también impuesta. Nos encontramos ante lo que José María Maravall definió como política reformista “desde arriba”(José María Maravall, La política de la transición).Así, nadie o muy pocos, se podían atrever a cuestionar un proceso modélico. De esta forma, poco a poco, acabó aceptándose que era prácticamente lo mismo haber colaborado con la dictadura que haberla padecido. Así no es de extrañar que Franco sea para TVE “el anterior jefe del Estado”, o que muchos medios se refieran la dictadura como el “régimen anterior”.
Y, mientras se trataba de uniformizar la memoria, llegaba el turno a los símbolos y al lenguaje: la bandera, el himno, … “nación”, “España”. Carlos Serrano, un profesor argentino de la Sorbona, ha hecho un repaso muy interesante por algunos símbolos y no pocos mitos (bastantes) en lo que podría ser la “invención de la tradición española”, parafraseando a Hobsbawn (Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen. Símbolos mitos y nación). El nuevo régimen recupera la bandera y el himno que había impuesto la dictadura tras sustituir los símbolos del régimen republicano. Pero, hay más su imposición ha dado lugar a lo que se ha conocido como “guerra de las banderas”. Pensando en los vascos, además, se dictan leyes específicas que acaban acatándose con desgana y sin ninguna emoción. Este proceso uniformador se describe de forma magistral en el ensayo de José Ignacio Lacasta-Zabalza, España uniforme. Una de sus conclusiones es, como poco, sintomática. A partir de 1981, vivimos un proceso de uniformización joseantoniana (aquella España como “unidad de destino en lo universal”).

domingo, 17 de agosto de 2008

El dia en que el PNV se fue a la oposición

Imaginemos. Domingo, marzo de 2009. Día de elecciones. El PNV vence en los comicios. Obtiene más votos y escaños que la segunda fuerza más votada, el PSOE. Sin embargo, la suma de sus escaños a los de EA, Aralar y Ezker Batua ni logran la mayoría absoluta, ni superan en escaños a la suma de los del PSOE y PP, que sí cuenta con la mayoría absoluta. Se presenta así la Gran Oportunidad de mandar al PNV a la oposición. ¿La desaprovechará el PSOE?. ¿Qué nos enseña la historia?.

En 1978, PNV y PSOE estaban juntos en el Gobierno vasco exiliado y, poco antes, habían firmado el acuerdo de “Frente Autonómico” para el Senado. En las elecciones generales de 1977, el PNV había sido la fuerza más votada en lo que, luego, sería la Comunidad Autónoma del País Vasco. Sin embargo, la suma de los votos del PSOE con los franquistas reformadores de la UCD superaban a los nacionalistas. Los socialistas no lo dudaron un segundo: unieron sus votos a los “centristas” para dar la presidencia del Consejo General Vasco, un organismo provisional que debía organizar la preautonomía, a Ramón Rubial, en detrimento de Juan de Ajuriaguerra, candidato de la fuerza más votada.

En 1986, en plena crisis del PNV a causa de la escisión, se celebraron elecciones autonómicas. El PNV obtuvo más votos, aunque el PSOE consiguió más escaños. Los socialistas se reunieron de inmediato con EA y Euskadiko Ezkerra para tratar formar un gobierno, eso sí, presidido por el PSE. Las negociaciones avanzaron mucho, incluso las tres fuerzas citadas aprobaron alguna ley en el Parlamento vasco (por cierto, dirigida a impedir cualquier “ventaja” del PNV). La cosa se atascó por el asunto de la presidencia que los de EA reclamaban para Carlos Garaikoetxea. Finalmente, el intento de tripartito anti-PNV fracasó y, entonces, los socialistas se dirigieron al PNV. Los socialistas han contando la historia de que, “por la paz, un Ave María”, y que de forma generosísima regalaron la Lehendakaritza a José Antonio Ardanza. Y no fue así. Los nacionalistas estaban dispuestos a repetir las elecciones (así se había aprobado en las asambleas internas), pero, esta opción representaba una debacle para el PSE.

En 1996, el tripartito había entrado en crisis. A pesar de acuerdo parlamentario, el Estatuto seguía bloqueado, y, además, como reconoció Almunia en sus memorias, perdido el poder central, el PSOE había limitado mucho su capacidad de influencia sobre el PNV. A principios de 1997, Fernando Buesa rompió el pacto en Araba, su partido abandonó los gobiernos con el PNV y se preparaba el “postnacionalismo”. Por cierto, ¿Qué era el postnacionalismo?. Se daba por hecho de que EAJ había alcanzado su programa máximo y que, sobre esa base, cualquiera podía gobernar. Se produjo el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, luego, por este orden, surgió el “espíritu de Ermua” por el que unos y otros se empeñaban e identificar nacionalismo y PNV con ETA; después Lizarra y su fracaso, y el frente “constitucionalista” animado por Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros. El 13 de mayo de 2001 ETA y los “constitucionalistas” sufrieron una derrota histórica. Los segundos trataron de paliarla a través de una serie de medidas tomadas desde la “mayoría central”. A pesar de la derrota, asimismo, PSOE y PP, mantuvieron el frente en Araba, Gasteiz, Portugalete, Andoain,…

El fracaso de Lizarra hizo que se abriesen otras vías de negociación entre el PSOE y ETA y su entorno. En el inicio de este proceso, el PNV y el Gobierno vasco no solo fueron marginados, sino públicamente advertidos de que, para aquel entierro, no tenían vela que encender. Como siempre, además de tratar de llegar a algún tipo de acuerdo de paz, se buscaba la sustitución del nacionalismo gobernante. Solo cuando el proceso se atascó fueron llamados los representantes del PNV que tenían un margen de maniobra muy limitado. Ni que decir tiene que, en los cuatro años de la primera legislatura de Zapatero, el proceso de transferencias de las competencias recogidas en la ley orgánica 3/1979 (Estatuto de Gernika) quedo paralizado a pesar de la importancia de las competencias pendientes (régimen económico de la Seguridad Social con todos sus epítomes: formación ocupacional o formación continua, investigación científico-técnica, prisiones,…), algunas esenciales para afrontar este tiempo de crisis económica.

Pero, tras el éxito del 2001, el PNV entraba en una crisis profunda a causa del proceso de sucesión de Xabier Arzalluz, su líder durante un cuarto de siglo. Ante esta situación, como ocurriera en 1986, tanto los radicales como los “constitucionalistas” (a los que el profesor Llera llama “autonomistas”) se preparan para la revancha, aunque sea la revancha del escorpión.

Si el próximo año PSOE y PP obtienen un escaño más que la suma de las demás fuerzas, que nadie dude que harán valer su mayoría y enviar al PNV a la oposición. Los analistas afines (al PSOE, claro) resaltan que un nuevo Gobierno constitucionalista tiene por qué cambiar nada al contarse con un marco autonómico cerrado y estable. Y esto no es cierto. Mejor dicho es falso de toda falsedad. Así que PP y PSOE darán por cumplido el pacto de 1979. Y, al Estatuto, seguirá el Concierto Económico, y todo el sistema de impuestos y la gestión económica (Mario Onaindia o Jaime Mayor entendieron pronto que, a menor bienestar, menos nacionalismo). El euskera, sin duda, volverá a los museos, dejando su carácter de cooficialidad (ya estamos viviendo una campaña tremenda por parte de gentes procedentes de la izquierda como Sabater a otros formados en el franquismo como Marco Tabar). Organismos como AEK o medios como “Berria” generosamente subvencionados afrontarán más de una dificultad. Y esto será solo el prólogo de la verdadera noche de los cuchillos largos.

miércoles, 30 de julio de 2008

Ley de consulta (9)



La aprobación del Estatuto de Autonomía en 1979 representaba la gran oportunidad para integrar al nacionalismo que no había aceptado o había rechazado la Constitución un año antes. Los parlamentarios vascos aprobaron un texto que fue registrado en Madrid para su discusión por las Cortes generales. El texto aprobado en Euzkadi, fue “lijado” en Madrid por Fernando Abril Martorrell y Alfonso Guerra. Quedó claro desde el primer momento que la autonomía de las secciones vascas de los partidos españoles era muy limitada. Aún así, se aprobó el texto resultante y, aparentemente, cuarenta días después de la publicación de la ley orgánica 3/1979 en el Boletin Oficial del Estado el Estatuto de Autonomía (“de Gernika”), el 11 de enero de 1980, entraba formalmente en vigor. Sin embargo, treinta años después sigue sin cumplirse. Por otro lado, el desarrollo estatutario y el proceso de transferencias ha estado (y está) sometido a todo tipo de tensiones y mercadeos.

Consecuencia de ese Estatuto fue la elección del primer Gobierno vasco. En ese momento, la candidatura de del PNV, encabezada por Carlos Garaikoetxea, obtuvo más votos y parlamentarios que la UCD, el PSOE, AP y PCE juntos. Parecía claro que las fuerzas centralistas no iban a permitir que los nacionalistas tuviesen tanto poder. ¡Por si acaso!.

En los últimos años, mientras que los analistas se olvidan de asuntos como la LOAPA, se está vendiendo la siguiente especie: “Los no nacionalistas aceptaban una autonomía muy amplia en aras de la convivencia: para contentar a la otra parte que era la que llegaba en posición de agraviada por el franquismo. Entre cero y diez, el Estatuto de Gernika, no está en el punto cinco, sino, digamos, en el ocho, muy cerca del programa máximo nacionalista” (J.L. Barberia/P. Unzueta, Cómo hemos llegado a esto. La crisis vasca).

Semanas después de la intentona golpista, el 3 de abril de 1981, el PSOE y la UCD creaban sendas comisiones para reconducir el proceso autonómico. Serán asesorados por un grupo de expertos encabezado por Eduardo García de Enterría (un catedrático de Derecho Administrativo, no un experto constitucionalista, que tiempo después fue procesado por un delito de evasión de capitales). En su equipo, Tomás Ramón Fernández, Santiago Muñoz, Manuel Sánchez Morón, Luis Coscolluela, Tomás de la Quadra Salcedo y Francisco Sosa Wagner. Se pone en marcha la llamada Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA). Ante aquel atropello, decenas de miles de personas salieron a la calle en Euzkadi y Cataluña. El 10 de agosto 1983, el Tribunal Constitucional declaraba que la nueva ley no podía tener el carácter de orgánica y, por tanto, no sería de rango superior a los estatutos. La reacción del Gobierno socialista (y especialmente de Tomás de la Quadra) fue, como mínimo, poco deportiva. Se suceden los artículos (de Joaquín Leguina, de José Ramón Recalde en sucesivos artículos publicados, por ejemplo, en la revista Leviatán, publicada por la Fundación Pablo Iglesias) a favor de la ralentización o reinterpretación del proceso autonómico. Y, mientras tanto, comenzaban a aprobarse las primeras leyes orgánicas y de bases que cercenaban el pacto de Gernika y, por ende, la ley orgánica 3/1979. Así, a finales de 1985, Fernando Ledesma, ministro de Justicia del PSOE anunciaba que el Artículo 35 del Estatuto “es incumplible”. Son los días en que se ultima la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ni que decir tiene que los socialistas no pactaron la ley, simplemente la impusieron. Luciano Rincón decía que el PSOE “no es tampoco una alternativa al Estado centralista, sino tradicionalmente su apoyo” (“Luis Ramírez” (L. Rincón), Del posfranquismo a la predemocracia).

El PSOE se empeñó en frenar el modelo autonómico del PNV, no tanto porque resultase más o menos peligroso (Recalde), si no para evitar que este partido (EAJ) fortaleciese su imagen rectora de todo el proceso. Tras el fracaso de la LOAPA (que fue, no olvidemos, un proyecto socialista), el PSOE se empecinó (a decir de Recalde) “en no elaborar una política alternativa desde la mayoría central, que proponer a su propio electorado español y vasco, y que pacta con la estrategia del Gobierno autónomo” (J.Ramón Recalde, El Sistema nacional y la lucha contra la violencia).

El proceso de transferencias se convirtió en un largo camino plagado de trampas y contrapartidas. Casi la mitad de las competencias recibidas se hicieron a cargo de trueques:“Yo te envío parques y jardines y tú me apoyas en tal votación en las Cortes”. Todo ello sin olvidarnos del tema de la interpretación. La interpretación mala, claro, siempre era la del PNV. Y la pugna no solo afectaba a la competencia. Hubo debates sobre la marca de las motos de la Ertzaintza o el tipo de armamento que podía utilizar. Lo cierto es que el PSOE utilizó (con éxito) el desarrollo autonómico para dividir y enfrentar en sus facciones al PNV hasta lograr su escisión.

La escisión del PNV propició que el PSOE alcanzase partes importantes del poder autonómico, foral y local que, hasta entonces, se les resistía, aunque no solo eso. El mundo de HB se hizo, asimismo, con importantes parcelas de poder, mientras que una parte importante del nacionalismo institucional radicalizaba su discurso.

viernes, 25 de julio de 2008

JAUREGUI NO QUIERE CUMPLIR EL ESTATUTO

Regularmente, Ramón Jauregui habla o escribe del Estatuto de Gernika y casi siempre para explicarnos la última razón de peso por la que el PSOE ha sido incapaz de cumplir un pacto sellado en 1979 y después de diecinueve años de Gobiernos socialistas (en dos etapas). A la vieja milonga, la CAV “ no ha disfrutado jamás de tanta autonomía como ahora”, suma nuevas disculpas para explicar las razones (las suyas) por las que, o no se transfieren competencias recogidas diáfanamente en el texto de la ley orgánica 3/1979 (por ejemplo, “corresponde –a la CAPV- la gestión del régimen económico de la Seguridad Social”) o las que han sido anuladas por la Ley Orgánica del Poder Judicial (la participación –no exclusiva, ni decisiva- de las instituciones vascas en la provisión de plazas de jueces y magistrados).

Leyendo su último artículo (El Correo, 25 de julio), he pensado: ¡No puedo creer que Ramón que es un buen tipo e inteligente, piense que los demás somos bobos!. Justificar el bloqueo en el “pacto de Lizarra” o las últimas propuestas del Lehendakari pueden tener su “aquello”. Sobre todo, teniendo en cuenta que, entre 1988 y 1998, se vivieron los días del “pacto de Ajurianea”, con un apartado específico al desarrollo estatutario y un acuerdo del Parlamento.

Pero, esta vez el bueno de Ramón nos dice que no nos van a trasferir el I+D+I (competencia exclusiva –en coordinación con el estado- artículo 10 del Estatuto) dado que esta materia “trasciende la dimensión nacional de los Estados”: “La eficiencia de esas políticas y la intercomunicación del conocimiento aconsejan una planificación supranacional”. ¿A qué políticas se refiere?. La investigación más avanzada en todo el mundo está en manos privadas. Yo no si el veterano político guarda sus artículos, entrevistas, ect., porque, en otra ocasión, según él, la no transferencia de la investigación científico-técnica era el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Su última explicación de la razón por qué no transfieren el régimen económico de la Seguridad Social (artículo 18.2 b) es de aurora boreal: “La Seguridad Social ha reducido el concepto de ‘régimen económico’ con la informatización centralizada”. ¡Ahí la tienes bailalá! Algo ha cambiado, Jauregui dijo también en El Correo: “Un partido socialista no aceptará jamás la ruptura del sistema de caja única de la Seguridad social. ¡Jamás!. Yo admito que el PNV quiera aplicar la filosofía del concierto a la Seguridad Social, pero tienen que saber que yo no lo voy a admitir nunca” (El Correo, 14 de enero de 1991).

Por lo que se refiere a la competencia en prisiones, parece que se insinúa que, si la competencia en prisiones, los presos de ETA estarían en la calle, o así. Esto resulta muy ofensivo, especialmente porque podríamos poner una fila de gentes condenadas por asuntos de (otro) terrorismo en libertad desde hace años.

Ramón Jauregui propone una reforma estatutaria (algo que considera “muy conveniente”), eso sí, sin cumplir la ley vigente en su totalidad: Andalucía o Cataluña, a las que cita, iniciaron su reforma una vez que se había cumplido el 100 por 100 del texto original. Y, mientras tanto, el recordar un incumplimiento que dura ¡treinta años!, eso es un “quejido victimista”. Yo creo que nuestro hombre debería releer el Estatuto, desde el preámbulo a las disposiciones adicionales y transitorias, pactado por los partidos en Euzkadi, “lijado” por Guerra y Abril Martorell, aprobado por las Cortes y sometido a referéndum y sancionado por el rey, y que subraye lo que no se ha cumplido (por decisión política, fundamentalmente, del PSOE).

Enviado a Deia el 25 de julio de 2008

jueves, 24 de julio de 2008

La ley de consulta (8)


Mientras los franquistas reformistas (UCD) y el PSOE cerraban el pacto constitucional a la vez que marginaban al nacionalismo vasco de cualquier signo (resulta interesante a estas alturas releer los trabajos de Ortzi de aquellos días, Denuncia en el Parlamento o El no vasco a la reforma), en Euzkadi se había formado (el 19 de junio de 1977) la Asamblea de Parlamentarios Vascos. En la constitución de esta Asamblea, presidida por Manuel de Irujo, estuvieron presentas todos los diputados y senadores vascos elegidos en 15 de junio, excepto los de la UCD de Navarra. La misión de esta Asamblea era la redacción de un Estatuto de Autonomía.

Después del varapalo electoral, diferentes organizaciones de izquierda (UJM, PT, EKA, LKI, ESB, LAIA (bai), EIA, ADM, CSU, HASI, OIC, EMK, ANV, EGAM, IAM), en aquel verano de 1977, convocaron la llamada Marcha de la Libertad con los siguientes fines: Amnistía Total, Reconocimiento de nuestra identidad nacional, Estatuto de autonomía (“como un primer paso hacia el eje5cicio del derecho de autodeterminación”) y disolución de cuerpos represivos. De entre los partidos antifranquistas, ni el PSOE ni el PNV participaron en la Marcha. Este último partido no consideraba oportuno el momento en que se convocó. Todo lo publicado y dicho sobre la Marcha en recogió en un volumen editado a principios del año siguiente (Askatasunaren ibilaldia).

Como ocurriera en Chiberta meses atrás, el éxito aparente en principio (por la participación) acabó de nuevo en rotundo fracaso. Porque, al final, Monzón y los milis seguían insistiendo en el “frente abertzale”. El PNV se mantuvo al margen (porque, no solo avanzaba la negociación autonómica, sino que estaba a punto de aprobarse la definitiva ley de amnistía) del nuevo intento y poco después, se “descolgaban” otras organizaciones, fundamentalmente EIA (el partido surgido de la VII Asamblea de ETA (pm) que, con el EMK e independientes, formaban la coalición Euskadiko Ezkerra). Los milis, que se sentían marginados, exigieron a EIA que abandonase EE, al negarse lo expulsaron de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS) (sobre KAS en aquellos días ver Natxo Arregi, Memorias del KAS).

El día 8 de octubre de 1977 las Cortes aprobaban la amnistía (con la extraña oposición de Ortzi). El día 10, los “milis” acribillaban a balazos de Augusto Unzueta (presidente de la Diputación de Bizkaia). El día 15, salieron todos los presos vascos y se permitió regresar a los exiliados.

Los acontecimientos de aquellos días demostraron que los “milis” no estaban preparados para la política ni sicológicamente para volver al interior y reanudar una actividad política no violente. Para colmo, la vuelta a la actividad propiamente política tandría que darse en condiciones harto difíciles, en la medida en que su abstención a las elecciones del 15 de junio no les daba oportunidad de participación ni en el Parlamento español ni en la elaboración del Estatuto de Autonomía (la abstención promovida por los milis, por ejemplo, supuso que, por poco, no se obtuviese el acta de diputado por Bizkaia para Periko Salabarria).

Siguió una oleada de atentados de tal calibre que produjeron más víctimas en un año que en los diez años de acciones durante el franquismo. Tras cada uno de ellos, los “milis” ofrecían su valoración política de que nada había cambiado, proseguía la dictadura militar y la única salida era que se negociara con el Gobierno la alternativa KAS.

martes, 22 de julio de 2008

ley de consulta 7


Una semana después de celebrarse las primeras elecciones generales, el pleno del Congreso de los Diputados aprobaba la creación de una Comisión Constitucional de la que fue marginada el Partido Nacionalista Vasco. La “razón histórica” fue que el PSOE no quería que el PSP de Tierno estuviese en dicha comisión. El error histórico es que el nacionalismo vasco (no solo el PNV) fue marginado del consenso constitucional y esto al final trajo lo que Juan José Linz llama “escasa legitimación” del sistema constitucional en Euzkadi (ver Juan J. Linz, Conflicto en Euskadi).

La postura del Partido Nacionalista Vasco ante la Constitución quedó perfectamente reflejada en un libro (El Partido Nacionalista Vasco ante la Constitución. Historia y alcance de una negociación) editado por primera vez en 1978 y reeditado en 1991. Los matices internos de aquel proceso pueden seguirse hoy a través de las memorias de Carlos Garaikoetxea (Euskadi: la transición inacabada) y Xabier Arzalluz (Así fue).

Claro que otros descubrieron pronto lo que había ocurrido en realidad. Incluso publicaron guías (para que el personal no se precediese). Así Mario Onaindia Natxiondo (el mismo que había “teorizado” sobre el “no” a la Constitución o que había criticado la manifestación contra ETA de 1978, la “de las palomas”) publico una “Guía para orientarse en el laberinto vasco” los de Basta ya, la “Guía útil del drama vasco” (un bodrio infumable lleno de tópicos y falsedades).

El PNV pedía la reintegración foral plena (derogando las leyes abolitorias de 1837, 1839 y 1876). En la enmienda 689, el PNV reclamaba “el reconocimiento de la soberanía originaria del País Vasco, solidaridad y respeto hacia el resto de los pueblos del Estado español y un anhelo de convivencia democrática basada en la negociación, o por utilizar la forma histórica, en el Pacto Foral”. En su propuesta, el PNV se mostraba dispuesto a “ceder parte de esa soberanía, toda la que fuera indispensable para estructurarse conjuntamente con otros pueblos a los que consideramos, asimismo, soberanos, formando un ente superior en bien de todos, en respeto a todos y en solidaridad con todos”. A pesar de que algunos como José Antonio Zarzalejos consideran que la Disposición Adicional Primera de la Constitución (“reconocimiento de los derechos históricos de los territorios forales”, constituía “una satisfacción moral al nacionalismo vasco mucha más generosa de lo que la prudencia hubiese aconsejado” (José Antonio Zarzalejos, Contra la secesión vasca) se estaba muy lejos.

Lo cierto es que, al final, son un 30,86 % por ciento de los inscritos en el censo de lo que hoy es la Comunidad Autónoma Vasca dio su voto afirmativo. Un 10,51 % votó en contra (entre ellos organizaciones autoreclamadas de “izquierda abertzale” como Euskadiko Ezkerra o Herri Batasuna (la postura de esta última, por ejemplo, quedó reflejada en el libro La Constitución española. 1978). La abstención superó más de la mitad del censo, 55.35 %. Aún así, algunos siguen refiriéndose a esta ley como “la norma que nos hemos dado todos”.

Según Barbería y Unzueta (Cómo hemos llegado a esto): “La herida abierta por el rechazo nacionalista a la Constitución se cerró con la aprobación del estatuto de Gernika, que llevaba al autogobierno hasta límite inmediatamente anterior a la independencia. Pero, una vez alcanzado ese límite, el PNV…”. Pero, en fin, esta es otra historia.

jueves, 17 de julio de 2008

La ley de consulta (6)


Tras la muerte de Franco, se plantean dos vías hacia la restauración de un régimen democrático: la ruptura o la reforma. Es decir, se rompía con el régimen político instaurado por Franco a partir del triunfo del golpe de estado de 1936 (y que iba ganado terreno a medida que los facciosos iban ocupando territorio) o, simplemente, se reformaba desde dentro.

En 1975, el franquismo estaba muy tocado. A la enfermedad del dictador, había que unir un creciente desprestigio internacional tras los fusilamientos de antifranquistas y, a un Ejército (esencia del régimen) que había hecho el más espantoso en el Sahara (había salido corriendo perseguido por la “marcha verde” (civiles desarmados) de Hassan II, rey de Marruecos.

Por otro lado, el primer Gobierno de la Monarquía presidido por Carlos Arias Navarro (conocido como “carnicerito de Málaga” por su actuación con fiscal militar en aquella ciudad durante los días de la guerra civil) demostró que no era posible un franquismo sin Franco. Fraga Iribarne, ministro de Gobernación (Interior) de Arias fue el responsable político de algunos de los episodios represivos más graves de este periodo (como las matanzas de Vitoria y Montejurra).

El 15 de junio de 1977, finalmente, se celebraron las elecciones generales. Es cierto que no se produjeron en condiciones plenamente democráticas y que muchas instituciones franquistas (ayuntamientos y diputaciones) continuaron durante dos años más, pero esta fecha puede considerarse como el final de la dictadura.

Se produjeron algunas sorpresas: el PNV se había convertido en la fuerza más votada en lo que, luego, será la CAPV. La fuerzas procedentes del franquismo (UCD+PP) apenas superaron el 16 por ciento, mientras que el PCE no llegaba al 5. El PSOE se convirtió en la segunda fuerza política. La izquierda abertzale, convencida de que iba a ocupar el espacio del PNV, sufrió un severo correctivo. Algunos partidos, como el histórico ANV o Euskal Sozialista Biltzarrea (ESB)desaparecieron del mapa. Los “milis” y EHAS no solo fracasaron radicalmente en su intento de boicotear los comicios sino que quedarán al margen del proceso político.

En aquellos comicios, los no nacionalistas (UCD+AP+PSOE+PCE) superaron el 50 por ciento de los votos. Sumaban la izquierda y los franquistas reformistas/reformados (UCD+AP). En este marco, se produjo el primer pacto para evitar que el PNV presidiese un organismo aconstitucional sin apenas competencias que debía gestionar la preautonomía. En buena lid y dado que se trataba de un organismo de concentración, lo lógico es que lo presidiese el candidato de la fuerza más votada. En este caso, el PNV que había obtenido 296.193 votos, el 28,61 %, y la segunda fuerza, el PSOE, 267.897 y el 25,88 %. Y, aunque el PSOE mantenía un pacto con el PNV (frente autonómico), no dudó en pactar con los de UCD para conseguir que su candidato, Ramón Rubial presidiese tal organismo. Y así fue. La elección de Rubial, al margen de cualquier otra consideración (nadie duda de la condición de figura excepcional de Rubial), supone una clara advertencia para el futuro: el poder es el objetivo, no la trasversalidad.

A partir de este asunto comenzó a elaborarse una teoría que, pasados los años, se convertiría en una especie de verdad revelada. La historia finalizaba más o menos en que, como los nacionalistas no querían entregar la legitimidad del Gobierno vasco exiliado a Rubial, esperaron para hacerlo a Garaikoetxea (o algo así). Nunca se cuenta que, en 1979, Carlos Garaikoetxea resultó elegido presidente del Consejo General Vasco y que, entonces, Leizaola tampoco le entregó el poder, solo lo hizo cuando, un año más tarde, el mismo Garaikoetxea resultó elegido presidente del Gobierno vasco(sobre este asunto ver, por ejemplo, José Ramón Recalde, Fe de vida. Memorias,pp.265-266).

La transición comienza, pues, para el Partido Nacionalista Vasco encorsetado en una pinza que buscan su, por lo menos, desplazamiento a un segundo plano sin incidencia. Un diente de la pinza es el mundo "mili" que nunca perdonó que los jeltzales rechazasen la aventura de Chiberta. En el otro, el PSOE que, a partir de aquel momento, se instala (con respecto a los viejos socios nacionalistas) en la estrategia del palo y la zanahoria.

viernes, 11 de julio de 2008

Comienzan las encuestas

Si se cumpliesen las previsiones de Paco Llera y su Euskobarómetro, un frente constitucionalista (el lo bautiza ahora como “autonomista”) sustituiría al “tripartito” al frente del Gobierno vasco. Como señalaba el periodista Justino Sinova, ha llegado el momento de echar a los nacionalistas de las instituciones. Para este periodista de El Mundo la ocupación de los constitucionalistas del Gobierno serviría para “limpiar” (sic) todas las instituciones de nacionalistas.

Llera, además, ya ha encontrado, además, una fórmula de Gobierno que él califica “a la navarra”. Es decir, en este caso, el PP, desde fuera, permitiría gobernar al PSOE. La Comunidad Foral de Navarra por la Comunidad Autónoma del País Vasco: do ut des.

Que nadie dude que, si gana el frente constitucionalista (llamemos a cada cosa por su nombre), no solo se va a producir esa “limpieza” a la que se refiere Sinova, sino que, de forma inmediata, se van a frenar en seco los grandes proyectos pensados en paliar la grave crisis económica (que, en su versión celtibérica es responsabilidad directísima del PP y del PSOE). La razón de ese frenazo es que no se podrían establecer agravios comparativos con “otras regiones”. Y, con ello, todo lo que afecta, a las infraestructuras (ya sabemos lo que piensan el PSOE y el PP del Guggenhein de Urdaibai) y, desde luego, al euskera y la cultura vasca (algunos medios de comunicación en euskara, como Berria, tendría los días contados).

A punto de cumplirse 30 años de la aprobación del Estatuto de Autonomía, esta norma (la ley orgánica 3/1979) sigue sin cumplirse en apartados esenciales (como la Seguridad Social y la investigación científico técnica) y los responsables de estos incumplimientos (de materias esenciales para el bienestar de los vascos) son, precisamente, esos a quienes el profesor Llera llama “autonomistas”. ¿En qué quedaría el Estatuto de Gernika en manos de estos “autonomistas”?.

Sin embargo, hay un dato que el profesor Llera no tiene en cuenta y es la situación grave situación económica con un IPC desbocado (que, hasta la fecha, el Gobierno socialista es incapaz de manejar) y la situación de debilidad real en las Cortes. José Luis Rodríguez Zapatero va a tener que conseguir un alto precio (seguramente al CiU) si quiere aprobar los Presupuestos Generales del Estado. En próximo mes de marzo, los vascos deberá optar (una vez más) entre el bienestar (que es lo que ha garantizada la gestión nacionalista) y la “limpieza” ideológica que ya propugnan los medios “constitucionalistas”.

Por otro lado, si seguimos haciendo caso a la encuesta de Llera, vemos algo interesante. El PNV obtendría en Bizkaia el 38 por ciento de los votos, muy cerca del 41 por ciento que consiguió José Luis Bilbao en las últimas elecciones forales. Parece claro que es, precisamente en Bizkaia, puede frenar el avance del PSOE. También parece claro que, en Gipuzkoa, el entorno de la autodenominada “izquierda abertzale” tendría mucho que perder si no gana el PNV. Araba siempre es una incógnita. Otra incógnita: ¿se presentarían en coalición EA y Aralar?. Si lo hiciesen, podría conseguir entre 3 y 5 escaños más de los que les da la encuesta.